La Niñera

Estaba tratando de no cerrar los ojos y caer en un profundo sueño, había esperado los últimos 45 minutos en la increíble y muy lujosa sala de estar de la residencia de la Señorita Caroline Bianchi  y aun no me entrevistaba. "Ni siquiera me gustan los niños" pensé en mi mente, había asistido a ese empleo porque una amiga de mi madre se lo había comentado, en realidad si necesitaba un ingreso de dinero extra pero por algún motivo la ocasión me parecía una idea desesperada por obtener el efectivo, me sentía aburrida y enojada, estas personas no tenían ni la más mínima consideración hacia mi y las otras 5 chicas que se encontraban en el mismo sitio que yo, una mujer mayor con el aspecto de una 'abuelita tierna" llegó a el lugar. -Pueden retirarse-nos informó. "Con un demonio" contuve en mi boca y me apresure para abandonar el lugar, que desperdició de mi tiempo y mi paciencia, estaba bastante molesta, mi madre no pudo creerlo cuando se lo comente. -Pero tu ibas recomendada. -No lo se madre tal vez encontraron a su Mary Poppins. Aquello no le causó gracia pero en cambio a mi si, me sentía aliviada y en cierto aspecto feliz porque ahora podría buscar un empleo en lo que a mi me gustaba: La moda. Mi madre lo consideraba una especie de pérdida de tiempo en cambio a mi me apasionaba, diseñar y crear diferentes estilos, todo lo que tuviera que ver con la apariencia y belleza lo consideraba mi fuerte, ella quería que yo fuera abogada pero yo odiaba las reglas y las leyes, además de que el Gobierno era una mierda, a pesar de todo no perdería el tiempo discutiendo sobre política con mi madre, aquel día fui a dormir muy temprano. Sin embargo todo cambió la semana siguiente cuando una de las amigas de mi madre organizó una fiesta de caridad, mi madre es esa clase de mujer que está involucrada en cualquier tipo de evento social que fuera posible y aquello no era la excepción, ella me pidió que la acompañará, respetaba sus causas benéficas pero me consideraba una chica hippie que no se dejaba influenciar por nada ni nadie. -Claro querida pero todos sabemos que el futuro de la sociedad está basado en los negocios y en la relación de la política con ellos. Escuchar ese tipo de conversaciones me daban asco y me provocaban aburrimiento, merodee. por el lugar en busca de diversión pero todos parecían ser demasiado estirados y apáticos. -Mila querida ven acá-escuche a mi madre llamarme y quise escabullirme. Camine hacia ella con pasos lentos y prolongados hasta que me hizo mala cara y me apresure. -Hija ella es Caroline Bianchi-me dijo presentándome a la mujer frente a mi. No entendía quien era hasta que recordé ¡claro! era la mujer que me hizo perder 45 minutos de mi vida ¿a que se debía todo eso? -Nos comentaba que la chica que contrató no le pareció lo suficientemente adecuada para el empleo y quiere saber si aun te parece la idea de trabajar para ella. Mire a mi madre de soslayo ya que ella sabía que yo no quería ese empleo pero sabía lo mucho que se enfadaría aunque claramente no me importaba y ella lo percibió. -En realidad creo que.. -Sería una estupenda idea-me completo mi madre haciéndome callar. -¡Vaya! No se diga más puedes empezar mañana mismo, enviaré a un chofer por ti querida para que te lleve a mi residencia. -Gracias-respondí un poco perdida. No tengo idea de cuál es el mundo en el cual la señorita Caroline vive porque a las 7:00 en punto un chofer estaba fuera de casa haciendo sonar el claxon. -¡Con un demonio madre que grandiosa idea has tenido!-brame enojada. -¿Qué? Así te vas a ir vestida, debiste usar falda y saco-me regaño. -Soy una niñera no la presidenta de los Estados Unidos. Me apresure a salir y el muy malhumorado chofer condujo hasta la residencia de Bianchi. Para ser el primer día no estuvo tan mal, el pequeño se llamaba Dylan Jr y era bastante obediente y bien portado, sólo tenía 5 años. -¿Milena que edad tienes?-me preguntó Caroline. -Tengo 22 cumplire los 23 en septiembre Señorita Caroline. -Por favor puedes llamarme "Carol" -respondió y yo asenti con la cabeza. Carol me mostró su hogar, aclaramos asuntos como mi salario y mis días laborales, era cuestión de la temporada y la necesidad, Carol me informó que habría días en los cuales no iba a ser necesario asistir y para mi resultó perfecto. Con el paso de algunas semanas me percaté de un gran detalle, en ocasiones Carol me llamaba sólo horas o minutos antes de que yo me aproximara a ir hacia allá, como si fuera de imprevisto y todo cambio cuando lo conocí a él.