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Tan dulcemente amargo

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Blurb

En un día común y corriente Regina se entera de que su esposo la engaña con su mejor amiga, su día no puede ser peor, hasta que es atropellada accidentalmente por Connor Hassel, un hombre misterioso y culto, quien queda fascinado con Regina, la chica que llega a su vida de un modo peculiar. Él hará de todo para quedarse con ella y para esconder ese pequeño secreto que ha guardado por un largo tiempo.

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Capítulo 1. Infiel.
©Jazmin Flores. 2022 Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito del autor. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual. ▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️ Las infidelidades son más comunes que una gripe, eso, todos lo saben, pero a diferencia de una gripe, una infidelidad no tiene cura, al igual que una dulce mentira que deja un sabor realmente amargo. ▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️ —¿Cómo pudiste?. Las lágrimas de Regina nublaban su visión, lo cual era bueno, pues la imagen frente a ella era desagradable, desagradable y repulsiva. —No es lo que piensas Regina. —¡Te estoy viendo!. Esteban, el esposo de Regina se paró rápidamente de aquella cama desordenada, mientras que una mujer trataba de cubrir su rostro y su cuerpo desnudo. —Regina… —Trató de explicarse aquel hombre, pero no encontró las palabras adecuadas para explicar lo que había echo. —¡Me das asco, quiero que te vayas de la casa!. —Solo escúchame, fue ella la que se me insinuó, la carne es débil y tú lo sabes. —¿Yo lo sé?, ¿Eso que mierda quiere decir?—Preguntó Regina con indignación. —Tú me engañaste primero. —¡Jamás te he engañado!. —Mientes, he visto como miras al portero de nuestro edificio, como le sonríes, es obvio que te acostaste con él, pero si tú me perdonas, yo también te perdono. Regina estaba incrédula ante lo que oía, jamás se había sentido tan humillada y tan enojada, quería moler a golpes a ese hombre, al hombre al que alguna vez amó, inclusive ahora, si él se disculpaba de la manera correcta, tal vez ella lo perdonaría, por que eso hacen los esposos, se perdonan y olvidan. Pero cuando la amante de su esposo se destapó, Regina supo que debía de huir lejos de aquel hombre, que no valía la pena. —¿Cómo puedes decir que yo te seduje?, eso no es verdad. —¿Allison?—preguntó Regina sin aliento. —Regina… Lo siento — se disculpó su mejor amiga, habían crecido juntas, se conocían desde que eran unas bebés, Regina más que una amiga, la consideraba una hermana, así que al verla ahí con esa cara de arrepentimiento, no sintió nada, más que lástima. —Váyanse al diablo los dos— dijo Regina mientras se limpiaba con fuerza esas lágrimas que corrían por su rostro, amargo, aquel trago, había sido muy amargo. Regina se había casado muy joven, a los 16 conoció a Esteban y se enamoró perdidamente de él, se casó con él cuando cumplió los 19 años y ahora a sus cortos 22 años, todo se había terminado, ahora se arrepentía de haberse peleado con su madre, por todas esas veces que ella le decía que no se casara siendo tan joven, por no haber terminado sus estudios y por no haberse dado la oportunidad de conocer más gente. Había perdido su tiempo y eso era lo que más le dolía, salió corriendo de su edificio y sin mirar, cruzó la calle, lo cual le costaría muy caro, pues un auto que venía la impactó de lleno. Regina apenas tuvo tiempo de entender lo que ocurriría, cuando sintió el golpe fue demasiado tarde para darse cuenta de que había sido muy estúpida. Su cuerpo voló unos metros hasta que rodó por el suelo y cayó boca abajo, Regina quedó inconsciente casi al instante. La gente estaba sorprendida y asustada, mientras que de aquel auto bajó un hombre que empezaba a sudar frío por el susto. Se apresuró a ver a la chica y no dudó en llamar a emergencias. De la parte trasera de aquel auto bajo otro hombre, un hombre elegante, más que asustado, estaba sorprendido, ¿Por qué esa chica se había atravesado así?. —¿Qué ocurrió?. —Creo que esta muerta señor—Dijo el conductor de aquel auto mientras se ponía pálido, no quería ser un asesino, él no la vio, ella no debió de atravesarse así. Aquel hombre de traje azul se agachó para ver a la chica y quedó fascinado con aquel bonito rostro, tenía sangre en la boca y en la nariz, pero aún así ella era bellísima, en un principio pensó que se trataba de una mujer de la calle, pero al verla detenidamente se daba cuenta de que no era así, era tan sólo una joven desafortunada, tal ves demasiado despistada, alguien que necesitaba ser cuidada para evitar… accidentes. Resopló y miró a su chofer. —¿Llamaste a emergencias?. —Si señor, ya vienen. —¡Regina!—Un hombre gritó. Connor Hassel se puso de pie al ver al hombre que corría hacía la chica, era un muchacho joven, estaba asustado, así que seguramente se trataba de algún familiar, tal vez un hermano o un primo, tal vez una amigo. Se había juntado una multitud y todos veían preocupados a la chica. —¿Qué mierda le hiciste? —preguntó Esteban mientras se arrodillaba junto al cuerpo de Regina, estaba por moverla cuando una fuerte mano lo detuvo de golpe. —No la muevas, espera a que llegue la ambulancia—ordenó Connor con firmeza. Connor era un hombre de 34 años, acostumbrado a mandar y tomar el control de las situaciones, por eso es que hoy en día él era el presidente de la empresa familiar, pues todos confiaban en su buen juicio y en su toma de decisiones, Connor era inteligente. Nadie se atrevía a cuestionarlo, inclusive Esteban se quedó un poco fuera de si al escucharlo. —¿Tú la atropellaste? —preguntó Esteban muy indignado. Connor se enderezó y miró a la chica. —Si, así es— Él se haría responsable no importaba que, no había sido su culpa, pero era un hombre de valores y no planeaba dejar a esa chica a su suerte. —¿Acaso eres idiota?, ¿Qué no ves bien o que?—cuestionó Esteban con coraje. —La chica se atravesó— aclaró el chofer de Connor un poco enojado, ¿Cómo ese muchacho se atrevía a llamar idiota a su jefe?, su jefe no era un idiota y él lo sabía. —¡Voy a demandarte!—gritó Esteban con furia. —¡Regina! —una mujer gritó. Allison recién llegaba a la escena y se sorprendió mucho al ver a su mejor amiga tirada en el pavimento cubierta de sangre y raspones. —Ese imbecil la atropelló. Allison miró a Connor y quedó enamorada de aquel guapo hombre, alto, fornido, de elegante traje, de hermosa barba y de hermosos ojos, era un hermoso espécimen. Regresó su vista a Regina y luego miró a Esteban. —¿Ya llamaste a la ambulancia?. —Ya vienen en camino—respondió el chofer de Connor, a lo lejos se escuchó la sirena de una ambulancia, Allison se sujetó del brazo de Esteban y acarició su mano. —Ya viene la ambulancia, dejemos que ellos se ocupen de todo. Esteban miró a Allison y negó. —Lo nuestro fue un error, yo amo a Regina, ¿Entiendes?, todo esto ha sido mi culpa, pero voy a remediarlo, me quedaré con ella. —¿Qué has dicho?, ¿Cómo puedes jugar así con las dos?, dijiste que yo te importaba. —Lo siento Allison, no voy a dejarla. —Tal vez tú no, pero estoy segura de que ella a ti sí, me das asco. Connor estaba atento a todo lo que esos dos se decían, y no era tan complicado entender lo que había ocurrido, ahora sabía por qué esa chica se atravesó de ese modo y fue entonces que miró el anillo en su delgado dedo, y luego miró el anillo en la mano de aquel muchacho. «Esposos». No era tan difícil de deducir, esposos, un engaño, caos. Cuando llegó la ambulancia, los para médicos hicieron su trabajo, la policía llegó a tomar las declaraciones correspondientes y después de un rato todo quedó despejado. Se demostró que el chofer de Connor no fue el culpable, así que quedó libre después de unas horas, Connor llamó a sus abogados y su nombre quedó limpio, podía volver a su vida normal. Y mientras se dirigía a su empresa, en su mente había una sola imagen, esa chica, ella lo había impactado de una manera sin igual, casi se atrevía a decir que… había quedado enamorado de ella.

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