Marcus me mira con una enorme sonrisa burlona cuando lo tomo por la camisa, acercándolo a mí con actitud desafiadora y molesta, pero él no aparece amedrentarse ni un ápice. —¿Se puede saber qué mierda haces? —Exijo con dientes apretados, con unas enormes ganas de golpear su rostro y borrar esa irritante sonrisita—. ¿Te pareció muy gracioso lo que acabas de hacer? Quizá estaba borracho también pero no, no siento tufo ni algún indicio de haber tomado una sola gota de alcohol. —¿Qué quieres que te diga? —Sigue hablando sin perder esa sonrisa petulante y molesta—. ¿Que armé todo este circo para molestarte, y también al imbécil de Alan Beresford? Siento la sangre hervir y al mismo tiempo, un nudo en la garganta que está a punto de destrozarme por completo. No sé si voy a poder seguir aguan

