Las puertas de la iglesia estaban abiertas y las calles se llenaban, la pérdida de un ser querido siempre era doloroso y Viola era la reina más querida, lejos de llenar sus paredes de pinturas y abrir una galería ella trabajó duro y muy cerca del pueblo, sus obras iban desde refugios hasta escuelas. Sin duda sería recordada como una reina muy querida y su muerte tocó una parte sensible del corazón de las personas. A mitad de la misa el Duque Andes se presentó y se puso de rodillas lanzando alaridos por la muerte de su nieta, su actuación fue incluso más dramática que la de Javier Andes, el padre de Viola o la madre dolida quien fingía las lágrimas, a diferencia de su esposo o su hijo Agustín, la marquesa Magdalena Andes sabía que su hija seguía viva y que no debía compartir esa informació

