– ¿Qué ha dicho? Debía ser una llamada de broma, no podía ser otra cosa. – Señora, lo lamento mucho, debe venir al hospital – se escuchó del otro lado de la línea y Clara sintió que el suelo bajo sus pies se movía. La escena del accidente parecía sacada de una película de horror. A las nueve de la tarde de noche buena su hija mayor Liliana caminaba por la acera hacia el hospital cuando un conductor se pasó un alto y la atropelló, ¿siquiera era posible? – Señora Drake – alguien la llamó – tiene que saber algo antes de verla. Clara estaba acostumbrada a los hospitales, a su olor, a los sonidos y al color de las paredes, entraba y salía de ellos desde que su hija Anabelle nació, pero esa vez se sintió diferente, su hija mayor estaba en una camilla de hospital conectada a un respirador –

