Me mira con expresión interrogante.
—¿Y cuáles son las supuestas condiciones? —cuestiona.
—Se supone que estamos hablando por teléfono, ¿no? Así que está prohibido tocarnos. —Arquea una ceja.
—¿Y qué sentido tiene?
—Es obvio. Nos vamos a mirar, hablarnos de la fantasía que tenemos, pero no vamos a poder tocarnos... entre nosotros.
—Mmm... —frunce el ceño intentando entender y sonrío—. ¿O sea que no voy a poder besarte ni nada?
—Exacto. Solo podemos mirarnos. Y la idea... —Acaricio su pecho—. Es que sea como en una charla telefónica real.
—¿Cómo sería eso? —pregunta confundido.
—Si estuviéramos hablando por teléfono en serio, vos acá y yo en mi casa. Ambos calientes, ¿qué creés que haríamos? —Lo miro con expresión pícara y abre la boca con sorpresa al entender mis intencione
