¡Día libre! Bueno, no para mí, puesto que yo no trabajo aún, pero para mi esposo sí. Mi esposo. ¿No suena extraordinaria y maravillosamente extraño? Alfonzo por fin se liberó un día de la oficina, así que, en vez de ir a encerrarse entre las cuatro paredes de siempre, irá hoy al hogar de niños… conmigo. —Ah —suspiro estirándome en la cama, lo que él aprovecha para pegarse como un chicle a mí, con los ojos cerrados—. Oye… —toco su hombro con el dedo índice, pero parece hombre en estado vegetal—. Hey… —lo muevo un poquito pero él sólo suspira como si estuviese en el más profundo de los sueños—. ¡HEY! —chillo y él salta, casi cayéndose de la cama. Despeinado y soñoliento, se sienta y se frota los ojos. ¡Qué imagen más perfecta! Alfonzo recién despertando con una linda camiseta blanca c

