CAP #2 Soltar.

3311 Words
Sophia Baker pasaba por una terrible ruptura amorosa, su novio de hacía tantos años con quién tenía planes para casarse la había estado engañando con aquella mejor amiga con la cuál siempre juro no tener absolutamente nada, siempre decía: “Es mi mejor amiga”, “Es como una hermana para mí ” pero incluso se habían visto casos en los que los hermanos se enamoraban entre sí. Y ellos tan solo eran “Mejores amigos” no serían la excepción, después de tanto tiempo invertido a su lado, después de tanto amor, y tantos planes que hicieron juntos, después de todo la había abandonado para irse con ella, aún así, Sophia estaba dispuesta a remediarlo, lo aceptaría de vuelta si él dejaba de ver a su amiga. Recuerdo de Sophia. (Flashback) — Sophia... Ya no te amo. — le dijo Enzo al tiempo que soltaba un suave suspiro, habían sido novios por muchos años, tanto que él ya no sentía ni una pizca de amor por ella. — hace mucho tiempo que ya no te veo igual, tal vez la monotonía y la costumbre me mantuvo a tu lado, pero no puedo mentirme más... Ni a ti. — intento explicarle, pero los sollozos de Sophia eran cada vez más fuertes, ella estaba perdidamente enamorada de ese imbécil, lo acaba de encontrar en su cama, con aquella mujer con la que juro nunca tendría nada. — deje de desearte hace mucho, ya no me provocas nada, Fernanda ha satisfecho mis necesidades... — ¡Cállate! ¡¿No ves que me estás haciendo daño?! — le gritó con lágrimas en los ojos. — Solo digo que hasta aquí llegamos, no lo pienso postergar más tiempo solo por evitar hacerte daño... — Enzo se metió nuevamente a la habitación, saco una maleta de la parte superior del armario y comenzó a meter su ropa allí, Sophia al darse cuenta de lo que hacía se acercó alarmada. — ¿Qué haces? — preguntó con los ojos abiertos como platos, incrédula, no se lo podía creer, era él quien había faltado a su relación y era ella quien estaba siendo rechazada. — Me voy, Sophie, nuestra relación no tiene futuro... — suspiro al tiempo que cerraba la maleta con su ropa ya guardada. — ¿Qué? ¿Qué dices? Hemos funcionado perfectamente, nuestro único problema siempre ha sido Fernanda... ¡Enzo, no te vayas! — le suplico, pero él no la escucho, en lugar de eso camino hacia la puerta de la habitación, dándose prisa para poder marcharse de una buena vez, estaba atascado en esa relación, así que en parte quería que ella los descubriera, no quería hacerle daño, pero era necesario, ella no era la chica para él. — Ella nunca fue el problema, fuiste tú y tus celos enfermizos hacia ella. ¿No te das cuenta? ¡Fuiste tú quien me la metió por los ojos! — exclamó irritado, Sophia se detuvo, impactada por la acusación que Enzo acababa de hacer. — Dejaré mis celos, lo prometo, pero no te vayas, lo podemos solucionar. — lo agarro del brazo rogando porque tan siquiera volteara a mirarla. Muy dentro de si misma ella sabía que no era su culpa, aún así las suplicas eran de su parte, él había sido quien se había esforzado poco... Si no la amaba, ¿Por qué se empeño en hacerla sentir que sí? Su relación pasaba por altos y bajos, pero nunca imaginó que la realidad sería tan dolorosa. Debió haber notado el cambio, y lo hizo, pero lo dejo pasar, Enzo ya no la amaba, y ella tan solo estaba dando lo mismo que recibía de él. Esperando a que el muy tonto se diera cuenta... — No. Definitivamente no. ¡Entiende que ya no te amo! — dijo mirándola con un gesto serio. — ¿Y nuestros planes? — preguntó ella mientras sus ojos se llenaban una vez más de lágrimas de tristeza y decepción. — Olvida nuestros planes, sigue tu vida, terminaste tu carrera universitaria, tienes una maestría, eres muy capaz de seguir adelante sin mí... — le dijo él con un poco de lástima, sabía que sería fácil para ella, después de todo él siempre estuvo para motivarla, pero todo se derrumbó en algún momento y no vieron caer los escombros. — No puedo, Enzo. No puedo. — le aseguro. — porque todo eso lo hice por los dos, por nuestro futuro. — le dijo mirándolo a los ojos, rogando porque él pudiera ver en sus ojos la tristeza que le causaba y recapacitará. — Encontrarás a alguien más... — dijo con voz suave, estirando su mano pero deteniendo la en el aire, quería hacer lo de siempre, darle una caricia y animarla, decirle que todo estaría bien, pero no era debido, había sido él quien le había causado daño, lo justo era que buscará el modo de encontrar consuelo en alguien más, con ese pensamiento retiro su mano y suspiro. Ella negó con la cabeza. — espero que seas feliz, Sophie. — le dijo antes de volver a tomar su maleta y caminar hacia la puerta de entrada. Se paró allí por un segundo, la puerta ya estaba abierta, el corazón de Sophia se aceleró, anhelando que se hubiera arrepentido, pero no fue así. — le diré a mi madre que venga por mis cosas después, te enviaré mis llaves con ella. — dijo con firmeza, ella sabía que la decisión estaba tomada y que solo había una cosa que ella podría hacer. — Lo solucionare, amor. Lo prometo. — le dijo, estaba segura de que él la había escuchado, pero no quiso contestarle. — No te estoy pidiendo que lo soluciones... — dijo él en un susurro audible, esta vez salió por la puerta y la cerró tras de si. Sophia arremetió con todo a su alrededor, el jarrón suizo que les había traído la madre de Enzo, las fotografías sobre el buró quedaron echas pedazos junto al jarrón en el suelo, miró aquella foto en la que viajaron juntos a Rusia, ese día hicieron una promesa, que estarían juntos por siempre, intento tomarla entre tantos vidrios rotos y terminó por cortarse, eso aumento su histeria. Terminó por llamar a su mejor amiga, no quería caer en depresión. Ella tenía un juego de llaves que le había dado en caso de alguna emergencia, Sophia solía sufrir de ataques de nervios, pero llevaba mucho tiempo sin sentirse de esa forma, siempre aduló a Enzo, diciendo que gracias a él había superado sus crisis de adolescente, y justo en ese momento estaba teniendo una y no era precisamente una adolescente. — ¡Ah, Sophia! — gritó Ana al abrir la puerta, cuando la vio sentada en el piso, en medio de tanto desastre se alarmo aún más. — ¿Qué ocurrió aquí? — preguntó acercándose a su amiga, Sophia levantó la vista, estaba cansada de tanto llorar, sus ojos hinchados eran la prueba de ello, Ana miró su pantalón, estaba manchado de sangre. — ¿Te lastimaste, a ver déjame ver? — Ana agarro su mano y miró su herida, fue inmediatamente por el botiquín, Sophia no dijo nada, su amiga la ayudo a levantarse y sentarse en el sofá. — déjame te curó esto y luego hablaremos. — limpió la herida y puso un apósito en su mano, suspiro esperando la historia de siempre: él me ama, pero a veces no me entiende. — ¿Qué paso ahora? — preguntó mirándola con gesto triste. — Enzo... él se fue, me dejo. — le dijo Sophia, su amiga volteó los ojos, suponiendo que era lo de siempre. — está vez me dejo de verdad Ana, él dijo que no me amaba... — jugueteo con sus manos, nerviosa. — Bueno, eso lo sabías, te lo había dicho ya... Pero no quisiste escuchar, nada raro. Pero cuéntame, ¿Qué harás ahora? ¿Y por qué decidió dejarte al fin? Amiga, tienes que decirme que fue lo que sucedió. — le dijo Ana con un gesto de preocupación, posó su mano en la espalda de su amiga para tranquilizarla. — Bueno... Puede que tal vez lo haya encontrado en nuestra cama con... — Sophia levantó el rostro y miró a su amiga, Ana parecía furiosa, sus ojos delataban la irá en su interior. — sí, Ana. — Sophia soltó un fuerte suspiro. — con su mejor amiga... — Ana frunció el ceño, furiosa, se levantó del sofá y se apresuro hasta la fotografía que Sophia había roto anteriormente, la saco de entre los vidrios rotos y empezó a romperla en pedacitos, dejando a su amiga consternada, Sophia se levantó rápidamente para impedir que Ana hiciera trizas su fotografía, porque era diferente que ella lo hiciera a que su amiga acabará con él. — ¡Imbécil! ¡Siempre dije que eras un inútil, muy poco para mi amiga! ¡Y te crees con el derecho de dejarla por la zorra de tu mejor amiga! ¡Vete... Al diablo! — insultaba la fotografía al tiempo que la hacía pedazos. Sophia le quitó la foto de las manos, al menos lo poco que quedaba de ella, y suspiro rendida. — Yo lo amo, Ana. — le dijo a su amiga, Ana frunció los labios conteniendo una nueva maldición, era más alta que Sophia así que la abrazo dejándola llorar desconsoladamente en su pecho, después de todo más que su amiga, era una hermana para ella, sin embargo el amor que su amiga sentía por Enzo no impediría que ella le rayara el auto el día siguiente. Ya sabía donde trabajaba. — Ay, amiga... Te adoro, pero siempre te dije que él no era para ti, no conectaban. — suspiro. — amiga, pobre de ti, vamos, ve a darte un baño, esta noche me quedó contigo. ... Meses después Sophia fue por la muestra de esperma que fue guardada a nombre de Enzo, ya que ella había firmado ese día, también podía retirarla, sus intentos por volver con él habían fracasado, Ana se encontraba molesta, siempre le reprochaba el hecho de que lo siguiera buscando, pero ella no podía luchar contra sus sentimientos, lo amaba, él era el amor de su vida, su primer amor, no quería saber de nadie más. — Señorita, firme aquí, y aquí. — le dijo la chica encargada de entregarle la muestra. — para inseminación debe dirigirse al consultorio, la doctora tendrá la muestra allí. — Sophia asintió nerviosa mientras firmaba el documento. — puede esperar a que la llamen. — la chica le señaló la sala de esperas y ella asintió al tiempo que se daba la vuelta dispuesta sentarse. Un rato más tarde la llamaron al consultorio y se dirigió hasta allí, la doctora no tardo mucho y hizo que se sintiera cómoda con el proceso. Sophia salió de allí con la esperanza renovada. Lograría recuperar a Enzo, y un hijo reviviría su amor. la alegría había vuelto a su corazón junto con el hecho de ser madre, después de todo ya tenía lo más importante, estabilidad económica, al menos eso pensaba ella. Un mes después las nauseas llegaron y los malestares no la dejaban rendir como era debido en su trabajo, se dirigió inmediatamente al medico para enterarse de que estaba embarazada, su alegría fue mucha, pero no contaba con que al rendir poco en su trabajo y faltar algunos días la echarían, Sophia se quedo sin trabajo y hizo lo que cualquiera habría hecho, llamo al padre de su hijo y le contó la verdad, Enzo decidió darle una oportunidad a Sophia, pero no todo es color de rosa, él se encargo de todo hasta que su hijo nació. Ian era un niño hermoso, pero no se parecía en nada a su padre, su cabello era de un color castaño oscuro, aunque lo entendió ya que Sophia tenía el cabello oscuro, pero sus ojos eran negros, ni siquiera eran como los de ella o los de él, Sophia tenía ojos verdes y Enzo los tenía azules, conocía la procedencia de ella y sabía que sus padres tenían los ojos claros, eran personas de piel clara también, desconcertado no dijo nada, gozo de ver una pequeña vida nacer, sabía que le diría "papá" así que dejo de pensar tanto, Sophia le dijo que el color de sus ojos le cambiaría, además de que también tenía familiares de ojos oscuros, pero la incógnita seguía allí. Ian cumplía su segundo año y Enzo no pudo soportarlo más, él cada vez se parecía menos a él y a ella, evidentemente en un principio Enzo se molesto con ella, no había podido hacer nada para impedir que Sophia usará aquella muestra, de hecho lo olvido, y ahí estaba, compartiendo su vida con ella en contra de su voluntad, quería a Ian, pero no lo sentía como su hijo, de tanto pensarlo al final se decidió, tomo una muestra del cabello del niño y fue a hacerse una prueba de ADN, su hijo ya tenía dos años y medio, y no podía soportar el hecho de verlo y dudar en cada momento de si era su hijo o no. Como siempre, se fue a trabajar con aquellos pensamientos en su cabeza, tenía que pasar por los resultado de vuelta. La jornada fue larga pero había llegado el momento de retirar el resultados, se acercó a la recepción en busca de los resultados y la chica de inmediato busco su nombre y le entregó un sobre, ansioso por saber la verdad lo abrió. — Negativo... Aquí dice negativo. — no enfureció, ni se decepcionó, en lugar de eso se alegro, ya no tendría que vivir con Sophia ni mantener a un hijo que quien sabe de quién sería. Miró a la chica de la recepción. — señorita, ¿Qué tan exacta es esta prueba? — pregunto. — Un noventa y nueve por ciento, señor. — respondió ella con un gesto cansado, no tenía dudas, Ian no era su hijo. — Muchas gracias. — le dijo dándose la vuelta para marcharse. Una vez llegó a su casa no saludo a Sophia, debía pensar como decirle las cosas, sin embargo quería tomar sus cosas y salir corriendo de su lado, no soportaría ni un segundo más que ella se burlará así en su cara, tomo una maleta y empezó a armar su equipaje, el pequeño Ian se había levantado de su siesta. — ¡Papi! — exclamó el pequeño entusiasmado de verlo, Sophia entro en la habitación seguida de su pequeño, quedándose pasmada al ver que Enzo alistaba sus cosas para irse. — Pequeño... — susurro Enzo, mirando al pequeño niño con decepción. — yo no soy tu papá. — Sophia abrió su boca sorprendida. — ¿De qué hablas? ¿Por qué le dices eso al niño? — preguntó alarmada mientras se inclinaba y tomaba a Ian en sus brazos. — De la verdad, Sophia, no puedes seguir engañandome, ya se que ese niño no es mi hijo... Creía que eras una mujer buena, por eso me aleje, para no hacerte daño. — Sophia lo miraba boquiabierta. — Enloqueciste, claro que sí es tu hijo. ¿Cómo te atreves a dudarlo? Qué no tenga el color de tus ojos o de tu piel no significa que no sea tu hijo... ¿Acaso conoces por completo tus raíces? — indignada hizo ademán de darse la vuelta, pero Enzo no dejaría que se fuera sin antes enfrentarla. — Sigue mintiendote. Se que estuviste con alguien más y me has estado mintiendo, fingiendo que ese niño es mío para que yo corra con tus gastos y los suyos... Pero ahora que se la verdad, me largo de aquí. — aseguro Enzo con un gesto contundente. — ¿Qué te hace estar tan seguro de eso? — preguntó ella mientras se volvía hacía él, Ian comenzaba a llorar. — Esto... — Enzo saco de su bolsillo la prueba de ADN y se la enseño a Sophia, ella la tomo y la miró quedándose sorprendida. — ¿Qué? Esto no puede ser verdad, seguramente es falso. — con un deje de nerviosismo en su voz le entrego la prueba a Enzo. — ¡Exijo que se haga otra! — Enzo suspiro frustrado. — ¡Deja de mentirte, Sophia! Estás pruebas son un 99.9 % exactas, es casi imposible que se equivoquen, pero te invito a que hagas unas, con gusto estaré allí. Tu hijo no se parece en nada a mí, así que me largo... Y para que lo sepas, te demandare, me devolverás lo que gaste en ti y en tu hijo, además le quitarás mi apellido a ese niño. — señaló al pequeño Ian que se escondió en el pecho de su mamá, pensando que su papá estaba molesto con él. — Shh calma, cariño... — le dijo Sophia a su hijo entre lágrimas. Como la última vez, Enzo salió del departamento sin decir más, está vez ella no lo detuvo, aunque lo hubiera intentado, está vez tenía algo muy importante por lo que luchar y era el bienestar de su hijo, llevo a Ian a la sala de estar y le puso sus dibujos animados favoritos, tomo el teléfono y se fue a la cocina, Ana ya no le hablaba, pero sabía que ella entendería. ... — ¿Cómo que no es su hijo? — preguntó Ana tan desconcertada como lo estaba Sophia cuando Enzo se lo dijo. — Tiene una prueba de ADN que dice que Ian no es su hijo, la hizo sin consultarme, pero aún así, el resultado de la prueba salió negativo, no entiendo nada. — le dijo a su amiga al tiempo que detenía la taza de té en su mano. — Amiga... En parte me alegro, pero debes hacer una nueva prueba y preguntar en el lugar donde dejaron la muestra, es tan extraño que algo así ocurra. — Sophia asintió en acuerdo. — tienes que saber quién es el padre de Ian, gracias al cielo no es ese inútil. — dijo con una sonrisa en los labios mientras miraba a Ian cantar y bailar una canción en la tv. — No se qué hacer, Ian cumplirá tres años en unas semanas... Debo investigar que fue lo que sucedió. — suspiro. — Ian necesita un buen padre... Aunque ahora que Enzo nos dejó, debo buscar un empleo, las cuentas no se pagan solas. — Ana sonrió como si se le hubiera ocurrido una maravilla idea. — ¿Y si alquilas tu apartamento y tú y Ian se mudan conmigo? — le dijo a su amiga con una enorme sonrisa en los labios. Sophia frunció el ceño, meditando la propuesta. — Puede ser, tendría un ingreso, pero necesito un trabajo... — suspiro. — Tienes muy buenas referencias, y si te hubieras quejado de tu anterior trabajo y amenazado con denunciarlos... ¿Quién echa a una mujer embarazada solo porqué está embarazada? ¡La ley lo impide! — se quejó Ana. — Ana... Deja de quejarte y dime qué tienes en mente... — Ana asintió rápidamente. — Mi jefe está buscando una asistente, osea, con jefe me refiero al dueño, el hombre que maneja todo el imperio de industrias Campbell. — dijo mirando a Sophia con evidente emoción. — mi jefe directo puede ayudarme a recomendarte, como dije, tienes excelentes referencias y pueden tomarte inmediatamente. — Sophia asintió emocionada. — Amiga, ¿Qué haría sin ti? ¡Eres la mejor! — exclamó feliz. — Si, si. Lo sé, levanta el trasero y ve a alistar tus maletas, debemos poner este apartamento en alquiler lo antes posible, tengo una habitación extra, allí tú y Ian estarán cómodos y felices. Lo prometo. — Sophia se acercó a Ana y le dio un fuerte abrazo. — apresurate, las cosas no se alistan solas. — dijo en un tono divertido.
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