Capítulo 31 Rasulullah mira hacia abajo, con su expresión perpleja. Me levanto con Kate todavía en mis manos. — ¡Era mío! —grita al otro lado del puente. —Alá vio su gesto, y se conmovió— digo. —¡No hablas a Alá! Levanta su pistola y la dispara contra mí. Con un afilado pew-ung, la bala rebota inofensivamente del pavimento cien metros delante de mí. —Alá dice lo contrario —me burlo de él. Estoy fuera de su campo efectivo de tiro. Se precipita hacia mí, su barba roja como llamas mientras dispara repetidas veces y se acerca en distancia. En otro par de metros, será capaz de darme. Sostengo el detonador que Maximov me dio para que Rasulullah lo vea. Con un grito de guerra gutural, sigue viniendo. Espero hasta que llegue al centro del claro antes de presionar el gran botón rojo. Por u