LII El motín es un ser de misteriosa existencia, especialmente en una ciudad populosa. Casi nadie sabe de dónde viene ni adónde va. Se reúne y se dispersa con la misma rapidez, y es tan difícil remontarse hasta los diferentes manantiales de que se compone como hasta los de las aguas del mar, con el cual tiene más de un punto de semejanza, porque el océano no es más inconstante, más incierto y más terrible cuando alza sus olas, ni es más cruel e insensato en su furia. Las personas que habían ido a promover disturbios en Westminster el viernes por la mañana, y que por la noche habían consumado la obra de devastación en Duke Street y Warwick Street, eran en general las mismas, y exceptuando algunos miserables más —pues todos los motines los atraen en una ciudad en la que hay un gran números