XXII

2594 Words

XXII Era una noche hermosa y serena, y a pesar de su abatimiento, Dolly miraba las estrellas de una manera tan hechizante (¡y ella lo sabía!), que Joe casi se volvió loco, cosa que demostró a las claras que si algún hombre estuvo jamás enamorado, no ya hasta escapar el amor a su control, sino hasta llegar a lo más alto del Monumento, de la torre de la catedral de Saint Paul, era él. El camino era excelente, sin desigualdades ni roderas, y sin embargo Dolly se apoyaba con su blanca y diminuta mano en el borde del carruaje. Aunque hubiera estado allí un verdugo con el hacha levantada y dispuesta a cortarle la cabeza si tocaba aquella mano, Joe no hubiera podido menos que hacerlo. Después de colocar su propia mano sobre la de Dolly como por casualidad, y de haberla retirado al cabo de un min

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