Capítulo 2: Propuesta Sensible.

1467 Words
Hans y los demás habían regresado a sus casas dejando una generosa propina para los meseros. Los chicos terminaron de trabajar y luego se retiraron del restaurante. Cerca de las ocho y media de la noche ambos llegaban a casa de Adriel, Lira los estaba esperando con un rico postre hecho por ella. —Como estás pequeña— le saludó Inder. —Ya no soy una niña— se quejó la castaña—. Adriel no sabía que vendrías con tu novio— lo molestó su hermana. —Ya dejen de pelear— les dijo Adriel—. Vamos a lavarnos las manos y a comer. Lira tomó un té verde con la pizza mientras los chicos bebieron unas cervezas con la comida. —¿Y qué tal van tus clases?— le preguntó Adriel a su hermana. —Bien hasta el momento, sigo con los entrenamientos. ¿Y ustedes?— les dijo Lira. —Estoy a dos pasos de renunciar— se quejó Inder. —Con esa mente no llegarás a ningún lado— le dijo la chica. El pelirrojo le sacó la lengua. Después de comer y darse un baño los chicos fueron a descansar. Inder ya estaba instalado en la cama de su amigo, con un pijama prestado. —Sabes, he escuchado hablar de un lugar en el que te pagan bastante bien— le dijo el pelirrojo a al castaño mientras éste terminaba de vestirse. —¿De qué hablas?— le preguntó Adriel apagando la luz. Se acostó. —Es un lugar al cuál no todos tienen acceso y sólo aceptan a jóvenes hasta los veinticinco años— dijo Inder. Pero no es fácil llegar allá. —¿Y tú cómo conoces de éste lugar?. —Me llegó por mensaje, de un grupo de amigos. Uno de ellos trabaja allá y dijo que la paga es muy buena, realmente muy buena— le aclaró el pelirrojo. Adriel miró a su amigo algo extrañado, detrás de esa historia había algo que no le cuadraba, era mucha maravilla y aún no le revelaba de que trataba el famoso trabajo. —¿Y tú quieres ir a probar suerte?— le preguntó Adriel—. Yo estoy bien con el restaurante, la paga es buena. —Es de eso de lo que te quería hablar— le dijo Inder—. La señora Margi dijo que tendrá que cortar nuestros contratos porque unos sobrinos la ayudarán con el negocio. El castaño lo miró sin entender. —¿Pero por qué no me dijo nada a mí?— le preguntó Adriel. —Lo lamento, no quise decírtelo antes porque te ibas a estresar. Ella me pidió que te lo dijera porque sabe de tu situación— le explicó su amigo—. Así que comencé a buscar trabajo para ambos, y mi amigo me dio este. Adriel sintió que su mundo se encogía y que ahora no le quedaba otro camino que tomar el trabajo que le estaba ofreciendo Inder. Necesitaba el dinero con urgencia para ayudar a su madre, no podía darse el lujo de quedarse sin trabajo. —¿Y de qué se trata?— preguntó resignado el castaño. Inder guardó silencio por un momento tratando de escoger las mejores palabras. —El lugar a donde iremos es un casino. —¿Un casino?— dijo Adriel pensando que sería algo más terrible. Estar entre máquinas de juegos no se escuchaba tan mal, y sabía que eso le dejaría mucho dinero. —Sí, pero nosotros no trabajaremos ahí, más bien en la parte posterior del casino— le explicó Inder. —¿Trabajaremos en la cocina?— le preguntó su amigo. —No precisamente. En realidad el casino es una fachada de un club nocturno sólo para la gente ABC1. El nombre de este club es Bastet, y por lo que sé se debe entrar con una clave, la cuál desconozco— le dijo Inder. —¿Y qué se supone hacen en ese club?— preguntó Adriel con la certeza de que no le gustaría lo que iba a escuchar. —Bien, primero que todo los trabajadores deben usar siempre una máscara. Está prohibido revelar los rostros ante los clientes— le dijo el pelirrojo—. Hay diferentes tipos de trabajo, en la barra, bailando en el escenario, entreteniendo a los clientes, acompañamiento, etcétera. Adriel estaba en shock escuchando del nuevo trabajo, de todo lo que le dijo su amigo con suerte se vio detrás de la barra. —Y sí un cliente quiere una atención especial, se la das— continuó Inder. El castaño se quedó en blanco con la última frase del pelirrojo. Procesó cada palabra entendiendo de que iba el trabajo, realmente no sabía que pensar. —¿Entiendes lo qué me estás diciendo?— le preguntó Adriel aún aturdido—. Creo que es demasiado. —Sí, lo entiendo— le dijo Inder—. Es por eso que te lo estoy diciendo. —¿Sí?. ¿Me estás diciendo que vayamos a trabajar de prostitutos para la clase alta?. ¿Estás demente?— el castaño se dio media vuelta dándole la espalda. El pelirrojo lo aferró por la espalda y le habló al oído. —Debes tener en cuenta que perderás el trabajo del restaurante y tú madre ya está haciendo turnos dobles. Tienes que comer y cuidar de Lira. Necesitas dinero, y sí no quieres aceptar mi dinero, entonces acepta este trabajo. Adriel se giró viendo a su amigo a los ojos, podían sentir la respiración del otro. —No haremos nada de otro mundo. Obviamente usaremos protección, además no siempre piden sexo, sólo quieren hablar o simplemente tener compañía, alguien que las escuche— le dijo Inder con voz dulce. —Pero no siempre será sólo hablar. ¿Y sí me toca con un hombre?. Yo no sé nada de sexo entre hombres, siempre he estado con mujeres— le dijo Adriel—. Además no sé si podría llegar tan lejos, no creo que sea capaz. Es impensable. —Ambos estamos en la misma vereda, pero es algo que se puede solucionar— dijo Inder—. Pero primero debes aceptar trabajar conmigo en Bastet. El castaño miraba a su amigo tratando de pensar en algo rápido, aún le quedaba tiempo para buscar trabajo. Aunque al parecer ya tenían los días contados. —¿Y tú ya estás decidido?— le preguntó Adriel—. No entiendo porque quieres hacer esto, tú no tienes la necesidad de trabajar, y menos en algo tan extremo. —Sabes que me gusta tener mi dinero— le dijo Inder—. Además no lo veas como algo extremo, sólo será por un lapso corto de tiempo hasta que juntemos el dinero necesario. Y no creo que nos demoremos mucho porque la paga es muy buena. —O que encontremos un trabajo mejor— dijo el castaño—. No pienso estar ahí por mucho tiempo. —También. ¿Entonces aceptas trabajar conmigo?— le sonrió su amigo. Adriel suspiró, después de todo era la única posibilidad que tenía de trabajo rentable por el momento. —Está bien. —¡Yei!— Inder lo abrazó. —Shh, no grites. —Lo siento— el pelirrojo se salió de encima y se acomodó a su lado. —Pero no te emociones tanto, sólo será por un lapso corto de tiempo— le aclaró Adriel. —Lo sé, tranquilo— el pelirrojo se acomodó para dormir. Ambos se quedaron en silencio por un largo rato, Adriel miró a su amigo. —Inder, ¿cómo lo haremos, para, bueno, el sexo con los hombres?. El pelirrojo no abrió los ojos. —Mis padres se irán de viaje el domingo— le dijo el pelirrojo—. Podemos ir a mi casa, después de todo será fin de semana. Adriel se sintió algo nervioso. —Está bien— le dijo el castaño. Inder dibujó una pequeña sonrisa y continuó durmiendo. Adriel se dio media vuelta y dejó de pensar para poder descansar. La noche pasó tranquila y serena, como si la oscuridad quisiera llevarse los secretos de cada persona. Sábado por la mañana, el sol comenzaba a asomar y la luz se colaba por las cortinas corridas. Adriel abrió los ojos sintiendo el peso de su amigo sobre su cuerpo. —Inder, oye, arriba— le decía el castaño. —Mhh. —Bien— Adriel miró su reloj en la pared, faltaban cinco minutos para las siete de la mañana—. De acuerdo, aún es temprano podemos seguir durmiendo un rato más. El pelirrojo ni se inmutó, se acomodó más sobre el cuerpo de su amigo. Medio ahogado Adriel cerró los ojos y continuó durmiendo por un par de horas más.
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