El Imperio Futtaim

La mansión se mantuvo en fiesta hasta altas horas de la madrugada. La celebración de la familia Futtaim se había extendido más de lo pensado. Linsai regresó al hotel molesta por todo lo ocurrido aquella noche. Aún no podía entender como sus padres habían aceptando tan ligeramente las nuevas vidas de los hijos Futtaim. Seguramente eso sería el fin de un respetado linaje, independiente de los famosos vientres de alquiler. Volvería a Emiratos antes que sus padres, pues no pensaba ser parte de un circo que no tenía cabida en su mundo. Tomaría a su hija Belén y su esposo Julián y regresaría a su hogar, después de todo era la cabeza de la empresa familiar y eso no iba a dejarlo de lado. Mientras en la mansión, los invitados se retiraban de lo que había sido una magnífica velada. Por la hora que eran la familia Futtaim no regresarían a la ciudad, se quedarían ahí y volverían por la mañana. —Aún no puedo creer que tus padres me aceptaran— le dijo Orión a su novio mientras se sacaba las ropas para acostarse. —Yo sólo cumplí con decirles, pero si su respuesta hubiese sido negativa, olvídalo que estaría aquí— dijo Eirian acostándose. —Eres muy frío— lo reprendió Orión—. Yo no lo hubiese permitido porque son tus padres. —¿Me habrías dejado?— le preguntó el rubio. —No dije eso, pero hay maneras de hacer las cosas— le dijo su novio acomodándose a su lado—. Por ahora tengo que pensar en como decirle a mis abuelos que nos casaremos. —Estarán felices— le sonrió Eirian abrazándolo—. Por ellos me adoptarían. —Tan confiado& dijo Orión, le dio un suave beso—. Descansa, ha sido una larga noche— cerró los ojos quedándose dormido. Dos habitaciones más allá se encontraba Nicholas con André, el pelinegro aún no se creía todo lo que había pasado esa noche. Abrió las sábanas y se acostó. —Estás muy callado— le dijo el Futtaim acomodándose a su lado. —¿Cuándo pensabas decirme qué me querías llevar a Emiratos?— le preguntó. —Quería que fuera una sorpresa, y realmente estoy feliz de que aceptaras. Sé que te gustará allá, y tu hermana podrá estudiar tranquila— le sonrió. André seguía creyendo que todo era un sueño, y a pesar de eso debía hablar pronto con su hermana y sus padres. Estaba seguro que Carly estaría feliz de vivir en la realeza de los ricos. —Vamos— le dijo Nicholas acercándose—. Muéstrame una sonrisa. El pelinegro se acercó y le dio un beso. —Gracias— le dijo después de recostarse sobre su pecho. —Soy yo quién te las da— dijo Nicholas tomando su barbilla para darle un suave beso. André sentía escalofríos cada vez que la lengua del rubio tocaba la suya. —Bien chico ardiente— le dijo alejando sutilmente sus labios—.Debemos levantarnos temprano mañana. —Está bien— sonrió Nicholas—. Que descanses. El pelinegro se acomodó sobre su pecho quedándose dormido. Mientras en la última habitación del pasillo se encontraban Kendall y Dilan, ambos estaban terminando de ordenar sus cosas. —¿Crees qué Eirian regrese a Emiratos?— le preguntó el pelirrojo a su novio. —No lo creo. Él tiene que hacerse cargo de los negocios de Nueva York, no puede simplemente dejarlo todo. Además tiene al señor Orión, y él no querrá dejar a sus abuelos solos— le dijo Kendall—. ¿Te preocupa alejarte de tu amigo?. Dilan sonrió mientras se acostaba. —Supongo que quiero a Orión como un hermano, no quisiera tenerlo lejos. El mayor apagó la luz y se acomodó a su lado. —El señor Orión estará muy bien cuidado, más ahora que se casarán. Y no estás solo— le dijo Kendall—. Me tienes a mí. Dilan sonrió. —Lo sé, y eres mi novio— le dio un tierno beso—. Sólo hablaba de mi amigo. El mayor le dio un abrazo. —Seguramente apenas regresemos el señor Eirian querrá comenzar con los preparativos de la boda— le dijo Kendall—. Será un ajetreado mes. Dilan se acomodó. —Yo te estaré ayudando. —Lo sé— el mayor le dio un beso y luego cerraron los ojos. Aún quedaban un par de horas antes que amaneciera. Finalmente el resto de la noche pasó tranquila dando paso a un nuevo día. Aquella mañana el sol era radiante, la familia se había levantado temprano para regresar a la ciudad. —Buenos días— les saludó Suyen a sus hijos y yernos, además de Kendall y Dilan. —Buenos días— saludaron los jóvenes. —¿Linsai regresó temprano al hotel?— preguntó Nicholas a su madre. —Tu hermana regresó a Emiratos por vuelo privado— le respondió su padre—. No debes preocuparte por ella. Eirian miró a su hermano y extrañamente notó una inquietud en su rostro, sin embargo no dijo nada y prefirió guardar silencio. Esperaría a estar solo con él para hablar más tranquilos. Orión y André se quedaron mirando con rostros tristes, sabían que era culpa de ellos el enojo de Linsai. —Dejen de agobiar a los chicos con la actitud de Linsai— dijo Suyen-Ella siempre ha sido algo especial. Rynold suspiró. —Será mejor que vayamos a desayunar— les dijo el mayor. Su esposa lo siguió al igual que el resto de los jóvenes. —No te deprimas— le dijo Dilan a Orión—. Sabes que Eirian no dejará que nada malo te pase. —Lo sé— le dijo el castaño—. Pero no quiero que la familia tenga problemas por mi culpa, soy un aparecido. —Eres el futuro esposo del hijo menor de los Futtaim y llevarás junto con él su imperio— dijo Dilan haciendo entender lo importante que era la situación—. La hermana es una lunática, que se la folle un pez. Orión se puso a reír, esa fue una frase que no se esperaba. Continuaron caminando hasta el comedor de la mansión, las ama de llaves sirvieron el desayuno a todos. —¿Cuándo quieres qué sea la boda?— preguntó Suyen a su hijo con toda naturalidad, a Orión le explotaron las mejillas. —Apenas lleguemos a Nueva York comenzaré con los preparativos— le dijo Eirian. —Me parece perfecto— dijo su madre. A la familia Futtaim le interesaba que su gran legado fuera dividido en lo que más pudieran. Si sus hijos se casaban, entonces tendrían herederos que llevarían el apellido de la famila.