Capítulo VIII-1

2069 Words

Capítulo VIII La viuda Gowan recuerda que hay cosas que nunca salen bien Mientras las aguas de Venecia y las ruinas de Roma se soleaban para entretenimiento de la familia Dorrit y eran bosquejadas diariamente, sin el menor sentido de la proporción, el trazo o la fidelidad, por un sinfín de lápices viajeros, la empresa Doyce y Clennam trabajaba sin descanso en la Plaza del Corazón Sangrante, donde se oía, en horas laborables, el estruendo del hierro contra el hierro. El socio más joven ya había asentado el negocio sobre unas bases sólidas; el de más edad, libre para dedicarse únicamente a la invención, había conseguido que el taller adquiriera una personalidad propia. Como hombre de ingenio, se veía obligado a enfrentarse a la infinidad de obstáculos que los poderes dirigentes llevaban t

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