El camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones. Dae Young lo sabe perfectamente, y nada se interpondrá en su camino para hacer de las aspiraciones de los ciudadanos de Los Ángeles su propio negocio, ni siquiera los intentos de un joven empresario por romper un contrato que firmó con él un año atrás, cuyas cláusulas estipulaban un precio imposible de pagar: su alma.