El hombre perfectoActualizado el Sep 29, 2021, 05:01
Rocío siempre ha sido una gran luchadora… desde niña, cuando comenzó a jugar al fútbol y no había equipos de niñas fuera de los colegios a los que sus padres no podían acceder a enviarlos, luchó contra los que decían que es un deporte de n***s. Luchó contra eso, y contra los prejuicios de quienes, a pesar de estar instaurado el fútbol femenino hace ya varios años en el país, y de todos los logros que esas heroínas han conseguido por lo que llaman “Soccer”, siguen pensando que quienes lo practican no pueden ser bonitas, ni arreglarse. Luchó contra eso y contra la vida, que nunca le fue fácil, porque si bien tanto ella como su hermano Mateo nacieron con grandes dotes deportivos, lo hicieron en el seno de una familia muy humilde, pero llena de amor, de un amor que fue el motor de superación diario.
Hijos de una costurera y un albañil, siempre trataron de hacer todo lo posible para ayudar en casa, y en ocasiones, hasta salieron a hacer algún trabajo fuera para que su madre, algo enferma, no pasara penurias. Inclusive luego del éxito deportivo que a temprana edad comenzaron a tener, no dejaron de hacerlo… porque sus padres siempre les enseñaron que deben disfrutar de lo que hacen, porque son privilegiados de poder vivir de lo que tanto les gusta, pero sin perder de vista que hoy estás arriba, y mañana…. ¡Mañana no sabes!.
Por eso, cuando la vida le puso a Rocío todo lo que soñó en el camino y la rodeó de felicidad, una felicidad que jamás había conocido, no supo qué hacer con todo su esfuerzo.
¿Valía la pena dejar el esfuerzo de toda una vida… los sueños de toda la vida por amor?