Fabrizio Fue duro no verla esos días, ya se me había hecho costumbre tenerla cerca. Extrañaba nuestras peleas, nuestras cenas… quería repetir aquel beso… pero sabía que debía esperar. Aunque mi corazón se muriera de pena, de ansiedad, la vida me había enseñado que lo bueno, se hacía esperar. De todos modos, cuando tomo una decisión, la llevo a cabo, y esa semana, que tendría libre por las elecciones provinciales, me fui a Nápoles muy animado por volver a ver a mi hijo pero más que nada, para terminar mi relación con Daniela. - ¡¡Hijo!! (con los brazos abiertos al recibirme en la entrada de casa) - ¡¡Papi!! (gritó sonriente, soltándose de la mano de su abuela y corriendo hacia mi) Cada vez que lo veía sentía que renacía. Dante era la alegría de mis días… no había problema o circunstan