Los desplantes continuaron los días siguientes… no solo no me hablaba sino que se encargaba de hacerme notar que no quería ni tenía el más mínimo interés en lo que yo decía. Pero la gota que derramó el vaso, se produjo el siguiente viernes, horas antes de una importante reunión, donde se vio en la obligación de hablarme… - ¡¡Ferrari, Ferrari!! (le grité camino a su oficina) - ¿¿Qué pasa?? (asomándose a la puerta) - ¿Dónde está Fabrizio? (le dije tras percatarme que era el único ausente del día y faltaba poco para ir a la sala de juntas) - Yo no sé (mirándome sin comprender)… ¡¡donde tú lo mandaste!! (lo miré sin saber de que hablaba). - Eh… (tratando de pensar que detalle estaba omitiendo) - Si, no sé donde le dijiste que era la entrevista con Aurora Russo… - ¡¡Cierto!! ¡¡Jo… der