REGRESO —¡Amara, te dejará el avión! —el grito de mi padre en la planta baja me hace brincar en el mismo lugar del susto. Aún seguía en Francia, sin embargo, tenía que volver al internado sí o sí. Había pasado estos dos meses sin problemas, mi padre y yo estábamos más cerca que nunca y todo parecía mejorar entre nosotros. Lo que sí no esperaba es que me recibiera con una noticia un poco inusual: —Me voy a casar —me había dicho. Al principio estaba desconcertada porque él jamás me había presentado a nadie, ni siquiera a una novia. Cuando conocí a su futura esposa me quedé anonada: era bastante joven, rubia y bonita. No sé si esté paranoica pero me huele a que ella está detrás de su dinero nada más. Se ve un poco hipócrita. Me hizo convivir con ella todas las vacaciones para que nos