Ex-prometida Vincenzo permanecía sentado en silencio frente a su ex prometida, mientras ella, incómoda por su presencia, dudaba en hablar abiertamente. Giuliani seguía de pie, sopesando a esa pérfida, preguntándose qué la traía por allí. —Yo… yo creo que saben por qué estoy aquí —comenzó a decir ella, un poco apenada y algo temerosa. —Decías que querías ayuda —respondió el anciano, a quien ya no le gustaba su introducción. Celia suspiró, antes de adoptar una expresión abatida y suplicante. —Es un poco complicado para mí venir a verlos dado el contexto… pero en efecto, he venido a pedirles ayuda. —Sé más precisa entonces —la instó Giuliani, quien llevaba el diálogo y evitaba que su nieto tuviera que intervenir—, explícanos en qué podemos serte útil. —En realidad, estoy aquí por mi pa