Los Cómplices Sarausa, doce años atrás… —Felicia, tengo que salir —le anunció Rafael Vittorini a su esposa con nerviosismo—. Regresaré antes del mediodía. —¿Va todo como quieres? —le preguntó ella, un poco inquieta al verlo tan agitado. —Quiero ir contigo —soltó Lucía, que acababa de levantarse. —No tardaré mucho, mi amor. Saldremos más tarde, ¿quieres? —¡Ya me dijiste eso ayer! —Lucía, si papá tiene cosas que hacer —la razonó su madre—, no puedes ir con él. —Lo esperaré en el coche. Ya lo he hecho antes. Lucía adoraba a su padre, pero como no lo veía muy a menudo, siempre quería aprovechar los momentos en que estaba. Su mirada brillante y su carita suplicante hicieron suspirar a su madre. —Sabes, ya es mayor. Puede esperar tranquilamente en el coche mientras tú terminas. Además,