Capítulo 4: La propuesta
“¿Cómo llegué aquí? Lucía se castigó interiormente mientras luchaba con la cremallera de su vestido.»
Después de mil contorsiones, logró vestirse. Justo a tiempo para la llegada de la maquilladora que ya estaba llamando a la puerta.
- ¡Un segundo! La joven mujer tiró con su pie los zapatos que se interponían en su camino y que la hizo tropezar. Parece un buen comienzo...
Al abrir la puerta de su habitación, se sorprendió al ver a Aldo, el asistente de Don Marco desde hace muchos años y de quien tenía un vago recuerdo. Ella lo interrogó con los ojos.
Él le mostró una gran caja de terciopelo azul real y le dijo:
- Tu abuelo te envía este adorno para completar tu ropa. Espera que os guste.
_ No es necesario, dijo un poco incómoda. El vestido ya está muy cargado.
En realidad, el vestido elegido no era ostentoso ni demasiado delirante, una gasa vaporosa de color jade que cubría bien el busto y con longitud sobria. El único detalle algo llamativo era el delgado cinturón dorado que ponía su silueta en valor.
Para la joven mujer que nunca se había puesto nada más que jerseys y vaqueros, ya era mucho.
- Tu abuelo tiene mucho gusto, y créeme que estas joyas se combinan perfectamente con tu vestido. Serás resplandeciente, estoy seguro.
"¿Resplandeciente? Se repitió interiormente. El pobre Aldo necesita urgentemente gafas. »
Lucía era consciente de que no era una belleza. A los veintidós años, nunca había tenido relaciones románticas, y nadie había estado realmente interesado por ella.
Aunque con esta ropa se veía más femenina, estábamos lejos de los criterios, dicho, de belleza. Esta cita no durará mucho y el hombre con el que se iba a encontrar, por orden de su abuelo, seguramente no iba a dar seguimiento. Finalmente, ella esperaba que sí. Por lo tanto, ella no sería la única en negarse.
Si tan solo no se hubiera emocionado, no habría aceptado conocer a un hombre que no conoce.
Ni siquiera recuerda cómo Don Marco le trajo las cosas. Ella solo recuerda que fue una semana después de su encuentro con el abuelo ...
Un encuentro de gran emoción, donde Lucía finalmente pudo descubrir los motivos que habían conducido su abuelo a cortar las relaciones con su madre y ella.
_ Hubiera preferido darte otra razón para no lastimarte, le dijo con una voz frágil, pero fue Felicia quien se negó a dejarme verte todos estos años. No la culpo en absoluto y creo que hizo lo que pensó que era correcto...
Al escuchar esto, ella no lo creyó y había atacado a su abuelo por lo que se había atrevido a decir. Solo que, a medida que le detallaba las diferencias que había tenido con su madre sobre su padre, ella se dio cuenta un poco más.
Las cartas que el hombre le había enviado y que le habían sido devueltas sin ser abiertas, corroboraban sus declaraciones.
Su madre nunca le había dicho que su abuelo había intentado ponerse en contacto con ella. A pesar de que entendía las razones que la llevaron a hacerlo, Lucía se sintió triste y culpable. Culpable de haber tenido duras palabras hacia el anciano, de haberle lanzado un montón de reproches y críticas cuando no tenía nada que ver con eso.
- ¿La pongo sobre la mesa? Le preguntó a Aldo quién había entrado mientras soñaba.
- Uh... Sí, vale...
Una vez sola, agarró la caja y la abrió suavemente. Un collar adornado con un cameo y un par de pendientes, estaban delicadamente dispuestos en el cojín de satén blanco.
Una maravilla como Lucía nunca había visto antes, y que parecía haber cruzado los siglos solo por este momento. Con la punta de los dedos, tocó las joyas:
- ¿Realmente puedo poner eso? Se preguntó en voz baja.
La belleza de las joyas parecía hipnotizarla e incluso si no quería prepararse más que eso, cedió al hermoso adorno.
_ Estas muy guapa, dijo Aldo, recogiéndola una hora más tarde para llevarla al restaurante del hotel. Y el cameo le va perfectamente.
-Gracias, se sonrojo la joven mujer que no estaba acostumbrada a prepararse, ni a ser felicitada. Pero todo el mérito es para la maquilladora. Y luego, el adorno ayuda mucho, es espléndido.
- ¿Te has dado cuenta? Lo hizo con malicia. Pero lo que no sabes, susurró, es que este cameo está grabado en diamante.
- ¿En diamante? Ni siquiera pensé que fuera posible. Al mismo tiempo, aparte de mis pendientes de circonio, nunca he ...
Detuvo allí su frase. No tenía ningún deseo de parecer una mujer miserable. Y luego su madre puede no haber tenido dinero, pero ella le había dado mucho amor.
La sala del restaurante estaba lleno, y fue en una sala privada, que Aldo llevó a Lucía antes de abandonarla a su suerte.
- Te deseo un buen apetito señorita.
_ Gracias Aldo, dijo la joven mujer con mal humor, pero no tengo estómago para fiesta, en este momento.
- Todo irá bien, no te preocupes. Y luego, Vinny es un caballero, ya verás.
- Espero que tengas razón...
Vinny, el diminutivo de Vincenzo, asumió sin mucha certeza. Su corazón latía con fuerza y sus manos se estaban poniendo sudorosas, creyendo que estaba en camino a una cita real. Era ridículo.
_ Respira, respira se dijo la joven mujer. Es solo cuestión de una hora, después de lo cual, serás libre.
Conocer al heredero de una familia, con la que su abuelo tenía buenas relaciones, con vistas a un posible matrimonio, no era una sinecura. Lucía se había negado categóricamente al principio, pero cuando su abuelo le pidió que aceptara al menos una entrevista, no tenía el corazón para decirle que no.
Inhalaba profundamente y luego empujó la puerta doble de la sala privada.
¿Pero qué es esta broma? Se preguntó interiormente la joven mujer cuando llegó a la hermosa sala con sus molduras doradas.
Se quedó quieta, con la mirada completamente perdida cuando el hombre, que estaba sentado a la mesa, se puso de pie para darle la bienvenida.
Era Caruso. Más hermoso e intimidante que en tiempos anteriores. Su traje casual, una chaqueta y camiseta ajustada, resaltaba un torso bien proporcionado y un estómago plano. Su cabello n***o plateado hacia atrás y su piel bronceada hacían resaltar su mirada helada.
- ¿No me digas que combinas el trabajo de camarera además del de contratista? Lo hizo sarcásticamente y con sorpresa. Luego acercándose a ella. ¡Pues!, a ver su vestido, no estás en este restaurante como una camarera ...
¡Pues! es decir que yo..., tartamudeó, frente a la mirada sarcástica de este tipo. Disculpe, pero será mejor que me vaya...
- Espera.
Lucía, que había girado los talones, se paró al instante.
- ¿Eres la señorita Vittorini? Ella asintió con la cabeza. Usted y yo estamos aquí a petición de nuestros antepasados, dijo Caruso, metiéndose las manos en sus bolsillos, así que al menos tomemos el tiempo para discutir de esta situación.
- ¿Qué situación?
- Digamos que tu abuelo y el mío esperan vernos terminar juntos por razones que no sean sentimentales, sino más bien para facilitar nuestros respectivos asuntos...
La joven mujer no comprendía lo que Caruso quería decir.
_ No me gusta la idea más que a ti, dijo Caruso, suspirando. Solo que nuestras familias tienen interés en esta unión, que por cierto, no necesita durar en el tiempo. Un año como máximo. Así que, es posible que podemos llegar a un acuerdo.
Los ojos redondos de Lucía obligaron a Vincenzo a especificar:
- Por supuesto, nuestro matrimonio será falso y continuaremos viviendo nuestras vidas cada uno por su lado ...