—¡Quieres por una vez dejar de tratarme como si fuera una maldita casraga para los demás!—grito Arthur con frialdad y esas palabras calaron muy en el fondo de mi, quizás porque en realidad me había olvidado de sus sentimientos. ¿Cuando había sido la última vez que había hablado sinceramente con él?
Me había sumido tanto en mis propios problemas qué en realidad qué termine olvidandome de él.
Trague saliva, la enfermera me miraba esperando instrucciones, quizás esperaba que continuará desaprobando esa idea de querer salir, pero no pude hacerlo, así que solo asentí.
Ayude a la enfermera a sentarlo sobre la silla de ruedas y solo observe en silencio mientras cambiaba los cables oxígeno y demás artefactos a los que tenía esa silla. Luego y por sugerencia de la misma enfermera, ella empujó la
