Eran cerca de las ocho de la noche cuando salí del hospital. Mi intención era quedarme, pero Arthur no me lo permitió, ya que según él, no estaba vestida de forma adecuada para quedarme a dormir en el sofá, aunque de hecho mi ropa le agrado bastante y de no ser por mis medias seguro habría aprovechado mucho ese vestido.
Lo cierto es que estaba cansada, hacía mucho que no usaba tacones, así que mis piernas estaban matándome, por lo que me apoye sobre el respaldo del asiento mientras trataba de descansar cerrando los ojos. Permanecí así al menos unos veinte minutos rememorando aquella hermosa primera tarde que había pasado con mi esposo. Ver que su tratamiento había funcionado, me hizo pensar nuevamente en la esperanza, esa última semana la había perdido, junto con mis ganas de vivir.
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