Debia ser astuta e ingeniosa si quería ver la verdad que todo el mundo se empeñaba en ocultarme, porque para que Arthur pudiera ocultarme cosas, cosas que incluso Ethan se había dado cuenta, necesitaba ayuda para lograrlo.
En casa tenía una rutina muy simple, me despertaba, bajaba a desayunar mientras Kate le ayudaba a Arthur con su calentamiento matutino, ejercicios que le ayudaban a no tener todo tipo de calambres o dolencias por causa de estar mayormente recostado, especialmente en la tarde, debido al frío, según esa era la excusa que a mí me decían.
Ese día me levanté, pero no me fui de la habitación como comúnmente lo hacía, sino que me quede hasta que Kate entro.
—Buenos días, señor Sallow—expreso Kate, solo que alzo ambas cejas al verme aún ahí— ¡Oh, disculpe, no sabia que aún es
