Se colocó entre mis piernas y sin pena, acomodo su m*****o erecto justo sobre mi entrada, pero no lo introdujo enseguida, sino que como si temiera que aquello sería lo más doloroso de mi vida, aplico un tipo de gel en la piel de su m*****o, que había guardado en uno de los bolsillos de su pantalón, había sido muy precavido con eso. —Te amo—expreso acomodándose encima de mí y de esa forma comenzó a empujar hacia adentro. En primer lugar, sentí frío debido al gel que se había aplicado, pero luego mientras más empujaba sentí una especie de ardor, el mismo que había sentido aquel día en el jacuzzi. Algo claramente le estaba impidiendo entrar directamente, así que debia aplicar fuerza. Tome la sabana debajo de mí con mis dedos para aguantar ese sutil, aunque claro dolor. Cerré los ojos y ens