Me fui a casa, pero no me fui tranquila. Las palabras de Amelia Sallow aún resonaban en mi cabeza, pero cada vez que las analizaba, me sonaban estúpidas. La familia Sallow era una de las familias más influyentes del país. Sus empresas no solo se dedicaban a las inversiones y finanzas, sino que también invertían en otros negocios factibles como lo eran las farmacéuticos e incluso telecomunicaciones, por lo que su fortuna era basta. No podían quedar en la bancarrota solo por una propiedad, así que por esa noche, comencé a hacerme a la idea de que Amelia Sallow me había creado todo ese cuento para obligarme a embarazarme, cosa que ni Arthur ni yo habíamos planeado hacer, al menos no, mientras él estuviera en tratamiento. Quería dejar ese tema a un lado, ya no pensar en ello, pero no pude.