Volví a ese tranquilo consultorio médico en el cual había conocido a la doctora Anne Meyer. La especialista en el tratamiento de fertilización que Arthur me había presentado algunos meses atrás. Nunca pensé volver a ese lugar, al menos no tan pronto y mucho menos sola y sin decirle nada a mi esposo.
—Crei que la vería en algunos años—menciono la doctora mientras preparaba el instrumental para realizarme una ecografía tansvaginal. Lo cierto era que el día anterior no esperaba realizarme un procedimiento como ese, pero antes de cometer una locura de la cual podría bien arrepentirme, antes quería asegurarme de que mi cuerpo estaba adecuado para ello, quizás esperando que por azares del destino la misma vida me pusiera obstáculos para evitar lo que pretendía hacer a expensas de Arthur— creo q
