Los pasillos del hospital lucían diferentes, muy angostos y estrechos, casi como si fueran a aplastarme o ahogarme, me sentía muy sofocada, angustiada y nerviosa. —Aquí tiene, señora Sallow—expreso Kate dándome un vaso de café instantáneo en las manos, sacándome de mi trance autoinfligido. —Gracias—dije por mero instinto tomando el café y envolviendo el vaso entre mis manos para encontrar un poco de calor, puesto que todo mi cuerpo estaba helado y no es que la temperatura hubiese descendido, sino que no había forma de calentarme, mi cuerpo simplemente seguía en un estado de shock para tratar de asimilar lo que había pasado. Arthur estaba en sala intensiva, recibiendo analgésicos para aliviar su dolor, pinchazos para saber el origen de sus dolencias porque yo no tenía ningún papel que av