—Este es el árbol más hermoso del jardín, es hermoso como tú y yo. Es fuerte y nada va a romperlo jamás, así como nuestra amistad de hermanas.
—No es amistad, es hermandad, pero tienes razón, es bonito y fuerte como nosotras. Nada va a romperlo ni a el ni a lo que tenemos.
—Mia, promete que harás cualquier cosa para que yo sea feliz.
—Prometo que haré todo para verte feliz. ¿Tú harás lo mismo por mi?
—Mia si yo soy feliz tú serás feliz. Así es como funciona esto.
Alejo los recuerdos del pasado y acaricio el tronco del árbol que muchas veces fue testigo de nuestros secretos, desde el más inocente hasta ese del que nadie a excepción de Maya y yo sabemos.
Recordar ese momento hace que la piel se me ponga de gallina y se me haga nudo la garganta. Aquel día nunca debió pasar.
—Maya, cariño. ¿Qué haces aquí? ¿Caleb viene contigo?
—¡Mamá!
No puedo evitar abrazarla con fuerza y ella tarda en responder a mi abrazo. Se separa de mi con ojos llorosos y eso me preocupa.
—¿Sucedió algo? ¿Estás embarazada de ese hombre? Dime por favor que tu marido no se enteró de tu locura Maya.
Cada palabra que mi madre pronuncia me deja un poco más sorda, mi cara debe ser realmente de terror porque solo cubre sus labios ahogando el llanto.
—¡Maya responde!
—No mamá, no estoy embarazada y...Caleb no sabe nada de ese hombre. –respondo y siento mucho dolor al saber que mi madre sabía cosas sobre Maya y no me las dijo.
—Mia acaba de llamar, dijo que tuvieron que suspender un viaje juntas, ¿Esta todo bien?
Trato de actuar normal y limpio mis ojos.
—Sí, Caleb tenía un compromiso y tuve que volver. ¿Qué te dijo Mia?
—No mucho realmente, ya sabes que esa niña loca vive en la nubes y con tantas tonterías en su cabeza. Ojalá ella fuera la mitad de lo que eres tú, muñequita.
Escuchar eso me duele.
—La extraño mucho, –digo antes de que note mi decepción por sus palabras–,no he hablado con ella desde que volví, perdí mi teléfono y Caleb tampoco ha podido llamarle.
—No te preocupes cariño, te paso su número ahora mismo. Hacer fotografías para tu marido es lo único bueno que sabe hacer. Solo ten cuidado con el tiempo que pasa en tu casa. Un hombre mal atendido puede, caer en la tentación.
—¿A qué te refieres?
—A que él podría verte en ella y caer en una tentación que no le conviene a nadie.
—¿Crees que Mia sea capaz?
—No lo sé, pero son tan idénticas que él podría confundirse. ¿Estás teniendo suficiente sexo con tu esposo? Porque eso es lo que mantiene a un hombre atado a una.
—Mamá por favor, es privado.
—No te parecía privado cuando me contabas cómo te revolcabas con ese tipo Maya. ¿Ahora tienes pudor?
—¡Mamá, por dios!
—No te estoy juzgando, entiende eso, las personas cometemos errores y bueno tú caíste.
»Por eso te pido que te alejes un poco de la libertad de Mia. Ella apenas sabe lo que quiere y no tiene nada que perder a diferencia de ti. Mejor enfócate en tu esposo y en darle un heredero, asegura la fortuna de tu futuro. Hazme caso.
—Claro madre.
—Ahora vuelve a casa, tengo muchas cosas que preparar.
—¿Preparar para qué?
—El cumpleaños de tu padre, ¿Acaso lo olvidaste? Inaceptable, anda a comprar un bonito regalo y los veré el fin de semana.
—¿Mia vendrá?
—Lo dudo, dijo que estaba en...no recuerdo que nombre me dió, pero está del otro lado del mundo haciendo tonterías. Mejor que no esté y no opaque tu presencia.
Mi madre me besa ambas mejillas y entra a su casa con estilo y decencia. Yo me quedo perpleja ante semejante vómito verbal. Ahora lo que tengo que hacer es llamar a Maya y averiguar dónde está.
***
—Has estado muy callada Mia, ¿Todo está bien? –cuestiona Alison deteniendo el coche.
—No, no estoy bien. Yo...mi madre no pudo identificarme. Ella piensa que soy Maya.
—¿Eso te molesta?
—Me molesta mucho que piense que soy tonta y que Maya sea mejor que yo solo por estar casada.
—No digas eso Mia, tu madre realmente no sabe lo que dice. Si conociera la mitad de lo que tú conoces a Maya seguramente cambiaría de opinión.
Pero claro que no, al parecer mi madre sabía que Maya le estaba siendo infiel a Caleb y no solo eso, sino que también estaba en dudas de embarazo. Me pongo a pensar en que hubiera pasado si de verdad hubiera estado embarazada.
Si hubiese tenido sexo con Caleb solo para engañarlo y hacerlo creer que era suyo, o si su plan siempre fue engañarme a mi a tal grado de dejarme ocupando su lugar.
—Mi madre me dijo que Mía llamó. –confieso y ella abre los ojos con sorpresa.
—¿Vas a llamarla?
—Primero necesito conseguir quien pueda rastrear números. Será algo complicado pero no imposible. ¿No?
—No te preocupes, veré quién puede ayudarnos con eso. Aunque preferiría que Maya no volviera, tampoco quiero verte sufrir por todo esto.
—Creeme que adoro a Caleb, Alison, pero no de la manera en la que él desea. Yo sé y estoy consciente de que es mi amigo y esposo de mi hermana, pero él piensa que soy su esposa y...
—No sé si esto te ayude en algo, pero Maya y Caleb no tienen mucho contacto físico. Él piensa que yo no me doy cuenta pero cuando la besaba ella huía como si mi hijo fuese la peor cosas del mundo.
»Entiendo que es difícil tener ese tipo de contacto con él y no te culpo, no te pediré que aceptes eso porque ya bastante culpable me siento con hacerte participe también de toda esta farsa.
—¿De qué farsa estás hablando, madre? –cuestiona la voz de Caleb.
Yo apenas soy consciente de que se encuentra parado detrás de Alison, ella al darse cuenta abre la puerta.
Ambas bajamos del auto y su expresión es de total desconcierto y bueno, no lo culpo. Lo que me aterra es saber que tanto escuchó de nuestra conversación.
—¿Ninguna va a responder? –cuestiona con tono más firme–, Maya, madre, haré esto una vez más. ¿De qué farsa están hablando?
Aquí voy de nuevo a hundirme en donde no debía.
—Yo...tengo que confesarte algo, Caleb.