Al entrar a la cocina, me encuentro con la señorita Vega y con mi hijo sentados alrededor de la mesa que hay en esta parte de la casa y me veo obligado a quedarme quieto a unos cuántos pasos de ellos. La imagen es absolutamente sorprendente, mi hijo ríe, y le habla de unos videojuegos que está jugando últimamente mientras que ella le hace preguntas acerca de cómo se gana como si entendiera de todo este tema. Por si todo esto fuera poco, en medio de ellos dos hay un plato con un trozo de pastel de chocolate que están compartiendo junto con un vaso de chocolatada para cada uno. —Tienes que enseñarme a jugar— Le dice ella completamente emocionada y mi hijo asiente. —Claro que te enseño, después podemos jugar los dos juntos y hacer equipo—Habla con mucho ánimo y para ser sincero, no sé cómo

