Como un Cannoli. En mis veintitrés años nunca he salido a hurtadillas de una habitación, y es irónico que lo haga justamente de la habitación del hombre que es mi marido. Después de recuperar el aliento, me vestí lo más rápido que pude bajo la atenta mirada de Salvatore, por un momento pensé en quedarme un poco más, pero no sería prudente, con una sola línea traspasada es más que suficiente, tener sexo es una cosa, «¿intimar? ¿Hablar después del sexo? No lo creo», y por la expresión en su rostro es evidente que ambos pensamos de la misma manera. Así que, una vez lista, deje la habitación, no sin antes asegurarme que nadie me viera. Ahora estoy vistiendo un traje de chaqueta y pantalón en color blanco para ir a la oficina mientras bajo las escaleras y me enfrento a un desayuno con la bru