Había pasado una semana después de haberle contado todo a Judas. Realmente fue liberador. Dante y yo, estábamos en una mejor relación así que decidimos intentarlo. Con él era un poco más difícil contarle sobre mi pasado. Pero estaba decidida a hacerlo. —¿Qué piensas tanto? —los brazos de Dante me sostienen, no puedo ver su rostro debido a que me tiene atrapada desde atrás de mi espalda. —¿Será en mí? Me hecho a reír. —Si, seguro. —bromeo. —suelta su agarre y me da la vuelta para que pueda verle, tiene el ceño fruncido. —¿No soy yo? —abre sus labios en una O fingiendo indignidad. —Soy tu novio ¿Por qué no estás pensando en mí? —Claro que pienso en ti, pero no ahora. —Le enseño mi lengua. —De hecho, pienso en que tengo ganas de comer comida china. —¿Comida china? —asiento. —Llevo u