▪️Un espejo roto ▪️
Blake bostezaba mientras llevaba unas charolas con algunas bebidas, había aprendido a tratar con los hombres borrachos y con las situaciones incómodas, independientemente de eso, las propinas que dejaban eran muy buenas y bien valía la pena.
Aunque nunca faltaba el desgraciado que se sintiera con el derecho de darle una nalgada, o que tratara de propasarse con ella, en fin, eran gajes del oficio.
Ella no se percató de los dos hombres que llegaron a aquel bar, en realidad no prestaba atención a nadie, sirvió los tragos y fue a la barra, metió otro pedido en una pantalla y fue a dejar el ticket.
—Dos Whiskys en las rocas por favor, y una cajetilla de cigarros — pidió una chica mientras metía su pedido en el computador.
—¿Qué pasó con Gigi?.
Blake miró a la chica, —No lo sé, solo me pidió que la cubriera.
—Esta bien, hoy está un poco flojo.
—Lo sé, me estoy muriendo de sueño.
La chica se agarró el estómago e hizo una mueca. —Creo que ya me vino mi periodo, oye puedes atender a los de la mesa cinco, solo llévales sus cosas, ya metí todo.
—Okey, esta bien— dijo Blake y se echó una goma de mascar en la boca, y esperó en la barra hasta que llegaron los dos tragos y la cajetilla de cigarros.
—Te lo digo en serio Sebastian, búscate una amante, vive la vida un poco, pronto serás viejo y tu p**o ya no te va servir y entonces tendrás que tomar viagra y no será lo mismo.
—Estas diciendo tonterías Jerald.
—No me digas que no te dan ganas de tener sexo, ¿Qué es lo que haces cuando Samantha no quiere?, ¿Usas tu mano?.
—¿Por qué te interesa tanto saberlo?.
—Por qué eres mi hermano de otra madre, y me preocupas, vive un poco… solo… —Jerald frunció el ceño y miró sobre el hombro de Sebastian. —Oh carajo.
—¿Qué?.
—Tu secretaria.
—¿Qué? —. Sebastián volteo y se quedó mirando a la chica que iba hacia ellos, usaba una falda, corta y de color n***o, y una camisa blanca muy ajustada, traía el cabello recogido y sin duda se veía muy sensual, era su secretaria, era Blake.
La chica no se había dado cuenta de que eran sus jefes, el señor lujoso y el señor todas son mías, llegó a la mesa y puso los tragos. —Aquí tienen, dos Whiskys en las rocas y… la cajetilla de cigarros, ¿Quieren fuego?— Preguntó ella y solo hasta entonces los miró, la pobre casi se va hacia atrás, quería que la tierra se abriera y se la tragara entera, quería que un meteorito cayera sobre aquel lugar y eliminara todo rastro de ellos.
Jerald sonrió de oreja a oreja y miró a su amigo, Sebastian tenía la vista clavada en la chica, ¿Qué hacía ella ahí?, ¿Acaso era mesera en aquel bar?.
—No, gracias yo tengo encendedor — respondió Jerald.
—Hum… okey — dijo Blake y dio media vuelta para irse, pero ella era una habladora compulsiva, así que regresó hasta ellos. —Por favor no me juzguen, este es un trabajo de medio tiempo, usted me paga muy bien, no me quejo, pero tengo algunos planes que ocupan mucho dinero…
—No hace falta que nos expliques— la interrumpió Sebastian, él pensó que la chica era una afloja a la que no le gustaba trabajar, era evidente que sólo estaba muy cansada, ahora se sentía un poco mal de haber sido tan malo con ella.
—Bueno… disfruten su trago, yo… estaré por aquí — dijo ella con evidente vergüenza y sólo se marchó.
—Huy carajo, mira que bien le queda ese uniforme— dijo Jerald un poco emocionado mientras veía las bonitas piernas de la chica, Sebastian también la miró pero no hizo ningún comentario al respecto.
Mientras la noche avanzaba Jerald se ponía más y más cachondo y terminó ligándose a una mujer y a su amiga, mientras que Sebastian sólo veía a su secretaria ir y venir, solo se había tomado un trago, pues no quería ponerse ebrio y tener un accidente, pero ya iba por su tercer cigarro.
—Oye Sebastián, vamos a un hotel, estas chicas quieren… jugar.
—No gracias, ve tu solo, yo me voy a casa.
—¿Estas seguro?.
Sebastian sólo asintió y Jerald no insistió más, era mejor, serían dos mujeres para él solo, salió de aquel bar y Sebastian sólo se quedó en aquella mesa mirando a la chica que sonreía, que platicaba y que hacía bromas con sus compañeras que se reían de lo que ella decía.
No lo había notado pero la chica era llamativa, era bonita, parecía que tenía un humor agradable, tal vez si él fuera joven y no estuviera casado la invitaría a salir, ¿Por qué no?.
Después de un rato Sebastian miró que la chica se despedía, y pensó que tal vez podría llevarla a su casa o acompañarla hasta que tomara un taxi, era de noche y no era hora para que una mujer anduviera sola.
Dejó dinero en la mesa y se puso de pie, tomó su chamarra y su casco y salió detrás de ella.
—Blake.
La chica se giró y miró al hombre que venía detrás de ella, por un momento se había olvidado por completo de él y de su existencia, se había olvidado de su trabajo, pero al verlo lo recordó y sonrió.
—Señor Dulac, creí que ya se había ido.
—¿Vives lejos?.
—Cómo a diez minutos, ¿Usted está bien?.
Aquel guapo hombre asintió, —¿Quieres que te lleve?.
Eso sorprendió a la chica, ¿Ella había escuchado bien?.
—¿De verdad?.
—Si, solo que vengo en moto.
Blake puso cara de sorpresa y de emoción, —¿En moto?.
—Si, pero si no te gusta puedo esperar a que tomes un taxi y…
—¿Estas bromeando?, si quiero ir en moto, en realidad nunca me he subido a una, pero siempre he querido, tenía un amigo que tenía una, pero siempre andaba fumado y jamás me inspiró confianza, no quería terminar con un brazo roto o una rodilla raspada, las cicatrices son muy difíciles de quitar.
—Oh, pues… vamos entonces, te llevo.
La chica aplaudió con emoción y siguió al señor lujoso, al ver la moto se quedó boquiabierta, sin duda debía de valer unos cuantos miles.
—Wooaaa… ¿En serio es tuya?.
—Si, ¿Por qué? —preguntó Sebastian mientras se ponía su chamarra de piel.
—Es que tu te ves tan… ya sabes… tan aburrido, no de una mala manera, no, no, no, solo digo que eres más… introvertido.
Sebastian sólo sonrió. —Bueno, en mi juventud fui más extrovertido, pero las personas tienen que madurar, toma— dijo Sebastián y le dio un casco de repuesto que traía en la parte trasera.
Blake se lo puso y miró como el hombre se subió, la miró y ella se quedó solo ahí de pie. —Sube.
Ella asintió y se subió en la parte trasera, no sabía si podía tocarlo o no, así que tampoco sabía de dónde sujetarse.
—Esta bien si me abrazas, no quiero que te caigas.
La chica sintió un escalofrío, y con lentitud se abrazó de él, aquel hombre olía muy bien.
Cerró los ojos cuando la moto arrancó y se sujetó con fuerza de él, ella confiaba en su jefe, si era fabricante de autos y de motos debía de ser alguien que sabía como manejar.
Cuando abrió los ojos todo le pareció magnífico, él viento que la golpeaba, la poca adrenalina que sentía, era perfecto.
No pudo evitar sonreír, ¿Por qué la esposa querría dejar a alguien como Sebastian Dulac?. Blake no lo sabía, tampoco quería saberlo, ella estaba segura de que sólo estaba viendo las cosas desde la ventana y que en el interior había mucho más, las personas no se divorcian sólo por que se les antoja hacerlo, ¿Verdad?.
Mientras iban en la carretera un conductor imprudente por poco los golpea, pero gracias a las habilidades de conducción de Sebastian, pudo esquivar un golpe seguro.
Al llegar al semaforo Sebastián le reclamó, pero aquel conductor solo le levantó el dedo grosero.
Blake estaba incrédula, miró como el hombre avanzó y se detuvo un poco más enfrente, la chica odiaba las injusticias, no podía evitarlo era como si estuviera poseída, se soltó de Sebastian y se bajó de la moto.
—¡Oye!...—. Sebastian trató de detenerla pero ella no escuchó, o tal vez sólo no le importó, llegó hasta el auto de aquel hombre mal educado y golpeó la ventanilla.
—¿Qué es lo que quieres?—preguntó aquel hombre cuando bajó el cristal.
—Casi nos golpeas allá atrás.
—Si, pero no lo hice, regresa con tu noviecito y piérdete.
Blake abrió la boca en señal de sorpresa haciendo una ‘o’, la cerró con fuerza y apretó los puños cuando aquel hombre no se disculpó y sólo subió la ventanilla, ¿Cómo podía haber personas tan… malditas?.
El semaforo estaba por cambiar y la chica no lo pensó con claridad, solo le dio un fuerte puñetazo en el espejo retrovisor, y este salió volando muy lejos.
Blake se tapó la boca pues no se imaginó que rompería tan fácilmente aquel artefacto.
—Mierda, mierda, mierda…
Sebastian tocó el claxon y la chica salió de su asombro y corrió hasta él.
–¿Qué hiciste?.
—Arranca, arranca —le ordenó ella mientras se subía de nuevo a la moto.
Sebastian quería bajarse y pedir disculpas, pagar el daño y ya estaba, pero aceleró cuando miró que aquel hombre se bajó de su auto con un bate en mano, era evidente que era una persona irracional.
La adrenalina empezó a correr por el cuerpo de Sebastian en especial cuando miró que aquel auto los seguía y seguramente no era para disculparse o para pedir que pagaran los daños.
—¿Esta cosa no puede ir más rápido? —Preguntó Blake mientras miraba hacia atrás.
Sebastian sonrió y la moto lanzó un rugido. La chica se agarró con fuerza de él y cerró los ojos, si, definitivamente esa cosa podía ir mucho más rápido.