Con un caminar torpe, Andora, va hasta el sótano donde se encuentra recluida la princesa. Con un cuenco de agua en una mano y las hierbas en otra se detiene frente al guardia, quien la mira de manera indiferente. —Tiene quince minutos —dice abriendo la puerta para que la sirvienta pase. Andora asiente. Al momento la embargan unas ganas enormes de llorar al ver el estado en la que se encuentra. Corre hasta ella y verifica si aún respira antes de acercar a su boca el cuenco de agua. Keisha no reacciona y Andora comienza a asustarse. Coloca la cabeza de Keisha en su regazo y saca de su delantal el frasco que le dio Fidelma y la vierte dentro de su boca, asegurándose que la beba completamente. Luego moja un pedazo de tela y le limpia la sangre seca de sus heridas y coloca ungüentos para qu

