Eloise camina lentamente por los pasillos del imponente palacio de Kresla, seguida de cerca por Andrés. Sabe que la salud de su padre, el rey Artur, pende de un hilo y no puede evitar sentirse triste al pensar en el estado en el que está. Finalmente, llegan a la habitación del rey. Eloise empuja suavemente la puerta entreabierta y entra con cautela. La sirvienta que se encuentra cuidándolo sale inmediatamente. El corazón de la princesa se acelera ante la visión de su padre inconsciente, su tez pálida y desmejorada, haciendo que las preocupaciones inunden todavía más su mente. Sin pensar, Eloise camina hacia su cama y se acuesta a un lado de su padre, como hace siempre cada vez que viene a verlo. Con dedos temblorosos, acaricia su rostro, sintiendo la frialdad de su piel. —Padre —susu

