Artur no consigue sosegarse. Es más de media noche y no puede dejar de pensar en lo que pasó. Le cuesta creer que Keisha haya sido capaz de desobedecer sus órdenes de ese modo, más ahora que la relación entre ellos ha mejorado mucho y ella está esperando un hijo suyo. ¿Ismael? No puede ni siquiera imaginar como conoció a ese infeliz traidor. Keisha tampoco puede dormir. Sus ojos están hinchados de tanto llorar. Por su culpa, la princesa Ryanah y su sirvienta Andora también están castigadas. Debió ser más cuidadosa. El recuerdo de la decepción en los ojos de Artur no se le olvida. Sabe que no le será fácil conseguir que la perdone. En la habitación real, Artur se levanta y empieza a caminar, furioso. Necesita desahogar su furia o va a colapsar. —¡Guardias! —Llama. Uno de ellos entra inm