Una semana entera trascurrió desde aquella charla entre hermanos. Artur no salió ni una sola vez de su habitación en este tiempo, ni siquiera para ver a Keisha como tiene acostumbrado. Todos los pormenores del reino y de la corte los llevó a cabo desde ahí y con la ayuda de Belto y los nuevos consejeros. Ciro está muy preocupado por él. Aunque el médico lo está tratando y siguiendo de cerca su evolución, su mano no deja de temblar y el dolor en su pecho lo ataca frecuentemente y cada vez con mayor intensidad. Eso tiene al rey de muy mal humor todo el tiempo. Esta mañana, el general recibió lo que esperaba hace un largo tiempo. El hombre que había enviado a Zimbrom de encubierto al fin había regresado y con mucha más información de lo que creía. Algo de ese viaje de la sirvienta Dona a e

