El día que Martina llevaba meses esperando había llegado. Era el día del desfile, se sentía nerviosa, ansiosa y, a decir verdad, más triste de lo que pensaba, ya que también era el último día que estaría en Buenos Aires. Ya extrañaba a Javier y todavía no se había ido, ¿cómo iba a poder estar sin él? Ella le había dado cuarenta y ocho horas para demostrarle que la amaba, y sí que aprovechó muy bien el tiempo. En un par de días logró todo lo que no hizo en dos meses, desde ser atento, amable y dulce, a un dios en la cama, y eso que ni siquiera podía moverse. Eso le dolía aún más, ¿por qué tuvo cambiar al final y no mientras estaban juntos? —¿Estás lista, mi estrellita? —cuestionó Benito apareciendo de repente en los vestidores, donde todas las modelos se estaban vistiendo a las apuradas p