Javier se había negado rotundamente a usar una silla de ruedas y a colocar una especie de ascensor en su casa para subir a su habitación. No quería sentirse como un inválido, por el contrario, el hecho de que Martina le haya dado una nueva oportunidad le daba aún más fuerzas para recuperarse lo antes posible. Sabía que los seis meses de rehabilitación los tendría que hacer igual, pero por lo menos el tiempo en sanar iba a ser menor si se esforzaba desde ahora. Podía subir las escaleras con una sola pierna, agarrándose de la barandilla, pensó en muchas formas de adaptar su casa para que se le hiciera cómodo vivir allí y no en lo de sus padres, lo que menos quería era ser molesto y depender de otras personas. —Somos ocho —dijo Martina mientras hablaba por teléfono. Estaba reservando u