Cuando amaneció y Javier sintió el calor de Martina, no pudo evitar sonreír. Había vuelto a recuperarla aceptando firmar el divorcio y la verdad es que ese maldito papel le daba igual, si la tenía a su lado, no le importaba nada.
—Buen día, rubia —murmuró en el oído de ella antes de depositar muchos besos en sus hombros.
La modelo se levantó de un salto, asustada, olvidándose de que anoche había vuelto con él. Se había dormido tan profundo que pensó que estaba en su casa de Italia, había soñado con eso.
—Sé que tengo la cara inflamada, pero tampoco para dar miedo —agregó él. Martina rio y negó con la cabeza, volviendo a acostarse.
—Pensé que estaba en Italia —comentó conteniendo un bostezo.
—¿Extrañas? —preguntó Javier. Ella asintió con la cabeza y suspiró.
—Demasiado, pensé que no i
