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1473 Palabras

Javier no sabía cómo la rubia se la estaba ingeniando para salirse con la suya, pero no podía controlar su cuerpo cuando estaba cerca de ella. Quizás con su mirada inocente o su cuerpo hecho por el diablo, pero algo tenía. No volvió a separarse de sus labios en toda la noche, y menos de su piel. Era magnética, sensual, una bomba de tiempo que no iba a poder detener. Le hizo el amor en cada rincón de su casa, desde que entraron hasta que se acostaron, nunca se había sentido tan s****l en su vida, lo hacía superar sus propios límites tanto físicos como sentimentales. —¿Qué me hiciste? —le preguntó en un susurro, pero ella ya se había quedado dormida sobre su pecho, desnuda, con su cabello desparramado, la cara angelical y su respiración relajada. Él no paraba de pensar en esa extraña s

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