Era el tercer día consecutivo en el que Martina se despertaba y lo único que deseaba era que Javier estuviera a su lado, pero estaba sola en su habitación.
No había estado con él desde la noche de la fiesta, y solo se habían podido besar diez minutos por día. Sentía que lo necesitaba más que al aire y eso comenzó a preocuparla.
Era sábado y tenía el día totalmente libre, así que iba a aprovechar para ir a caminar, despejarse la cabeza e inventar alguna excusa tonta para encontrarse con él, pero este se anticipó y le mandó un mensaje. No pudo evitar sonreír, si le escribía era porque estaba pensando en ella.
Esta noche fiesta de máscaras, ¿vamos?
No era nada de otro mundo, solo una invitación a salir, pero ya sabía lo que venía después de la fiesta, así que aceptó. ¿Pero de dónde iba
