Al otro día, Javier se despertó con una energía renovada. Había tenido un sueño increíble en el que hacía una conferencia explicando lo sucedido y que Martina lo perdonaba vestida de novia. Quizás esa era una buena idea, probablemente tenía que hacer una reunión pública para que los chismes se terminaran de una vez por todas. Tocaron el timbre y arqueó las cejas al ver la hora. No entendía quién podía ser a las siete de la mañana, quizás era Julieta porque había olvidado sus llaves. Cuando abrió la puerta, bufó al ver a Susana del otro lado del umbral. —¿Qué se supone que estás haciendo acá, Susana? —quiso saber con irritación. Aún así la dejó pasar a la casa antes de que los periodistas fueran astutos y le sacaran fotos. —Vine a disculparme… —Ya te dije que no quiero saber más nada c