—No quiero volver —se quejó Martina mientras entraba al auto de su esposo—. ¿No podemos quedarnos más tiempo? —Ojalá, mi amor, pero tenemos que volver al trabajo y a hacer nuestras vidas con normalidad. A no ser que quieras renunciar a todo y dar una vuelta por el mundo conmigo. —Eso estaría genial, pero debo admitir que amo trabajar y no aguantaría mucho tiempo en unas vacaciones eternas —contestó ella. Javier se rio. —Ja, me pasa lo mismo, creo que no podría pasar mucho tiempo sin ir a la empresa —expresó mientras arrancaba el auto—. Hoy vamos a ir bordeando la orilla, no conseguí que nos remolquen hasta allá. —Bueno, así tardamos más en volver. El millonario rio por lo bajo. Él tampoco quería volver, más que nada porque sabía lo que le esperaba en la ciudad y no tenía ganas de enf