Alden Vorg
Sus ojos color miel se clavan en mí con un resentimiento que intenta disimular, pero no lo logra del todo. Puedo ver cómo nos desprecia, aunque se esfuerce por ocultarlo. Hay algo más en su mirada: un matiz tenue de desconfianza que se desliza como una sombra tras sus pupilas.
—Creemos que estar encerrada no es lo mejor para ti —comento, midiendo mis palabras.
—¿Significa que me dejarán ir? —pregunta con cautela, como si no quisiera ilusionarse demasiado.
—No —responde Alaric con serenidad, pero firmeza—. Significa que regresaremos a una de nuestras manadas más seguras. Allí podremos manejar tu situación de una forma más adecuada.
—¿Mi “problema”? —replica, arqueando una ceja—. ¿Incluye mi petición?
—Buscaremos la forma de incluirla —responde Alaric, cruzando los brazos—.
