4. Negación

1803 Palabras
Hera Kade Soy una reina... Tome el trono muy joven y desde entonces he estado llena de lujos y atenciones pero especialmente hoy, todo eso me estresa, el consejo se ha esforzado para duplicar esa atención, tengo a todos pisandome los talones. — Hemos terminado majestad — dice la mujer que me maquillaba. La que me peino termino pocos minutos antes que ella. No es nada extravagante para mí suerte, es mi cabello alisado con algunas hondas, mi maquillaje es de tonos mate, brillos plateados y mis ojos también resaltan con ese color. — Traigan el vestido por favor. Me he visto obligada a asistir a esa gala y conocer a mis destinados, me levanto y doy la vuelta, el vestido llega en ese momento, sonrió al verlo. — Hermoso — halago mi vestido. Las mujeres que han puesto a mí servicio miran el vestido con intriga y duda. — ¿Está segura de sentirse cómoda con ese vestido su majestad? — pregunta una de ellas. Sonrió con amabilidad. — Estoy segura que si ¿No les parece hermoso? — ellas me dan la razón con duda — llamen a Lucia para que me ayude a ponerlo y retirense, si necesito su ayuda les dire. Es en la única que confío para vestirme, me quito la bata asegurando mi ropa interior, solo cubren mis pezones y zona V. Destrabó el vestido con cuidado y empiezo a ponermelo. Lucia toca la puerta y le permito pasar. — Me dijieron que necesitabas mi... ¿Que hace su majestad? — pregunta mirándome boquiabierta. —¿Ponerme el vestido? Ella parpadea incrédula mientras observa como me visto. — ¿Las raices están echas de plata? — interroga incrédula. — Si — afirmó segura. Se pensaran dos veces antes de tocarme con este vestido, normalmente cuando los hombres lobos encuentran a su mate ocurre dos cosas. La menos probable, la rechazan y destruyen su alma en el acto, dos, la mas probable, la reclaman como suya y para ello requiere de mucho tacto, hay un deseo indescriptible de tenerla y tocarla, bueno, las mujeres lobo son iguales con sus mates, terminan marcandose a las horas de conocerse, a excepción de cuando son con otras especies, hay cierto cuidado, pero cuando eres mate de un alfa eso cambia. En especial si llevan años buscándola, aunque dudo que eso aplique con ellos, iguales les temo. — ¿Y la demás tela? — pregunta incrédula. Sonrió medio girando mientras meto las manos debajo de las mangas en forma de raíces, en mi piel la plata no quema. — Lo cambie, preferí un forro transparente... — Dime que es un engaño y tiene el otro vestido por ahí. — No, usaré esto, si me rechazan me veré hermosa y sensual, y si me quieren marcar, no podrán, me niego a que lo hagan y la plata evitará me toquen, y aunque es frío, también es cómodo. — Hera ese vestido Dios... Se ve mi piel bajo la tela transparente Pero las ramas de plata cubren perfectamente mis pezones y pubis, aunque es muy exhibicionista, no es tan vulgar como imaginé, tiene un toque elegante, probablemente por el diseño de las ramas, y mi bello cuerpo lo sabe resaltar, lo que me beneficia es que está hecho a mí medida, por lo que es poco probable algo se corra y muestre algo que no deba. — Puedes trabarlo por favor... Me giro y ella suspira. — Cubre bien la parte de atrás al menos a excepción de la espalda... El concejo nos va a odiar... — Ya lo hacen —le recuerdo tensa. — Entiende que esto no es cualquier cosa, tu has ocultado información importante, tal vez te acepten. — Probablemente estés mal, no sé por qué siento eso... El reloj inteligente de Lucia hace un sonido. — La limusina nos espera ¿Crees poder sentarte? ¿No crees se arruine? — Puedo sentarme, mira, la raíces tienen una miticulosa línea de quiebre que me permite hacer unos movimientos, como sentarme, caminar, moverme, sin ser brusca. — ¿Que hiciste el que me enseñaste? Es que... Puedes cambiarte aún. — Es este Lucia. — El que me enseñaste tenía tela roja abajo. — Lo cambie por forro transparente. Al ver que no acepto cambiarme, empieza a tomar mis cosas y mi abrigo que antes era rojo también lo cambie por besh, me lo da. — Póntelo por favor. Sonrió tranquila. — Sabes que me lo quitare y verán el vestido. — Sabes que estoy puede tener consecuencias, para ellos esto será una total burla. Me pongo el abrigo, igual tendré un terrible final, lo sé. Y si tendré un mal final, será como a mi me gusta. Ya no digo más y bajamos a la limusina, me abren la puerta y subo junto a Lucia, me ayudan con el vestido y pregunta cada minuto si no tengo incomodidad con los tacones y el largo del vestido. Algo que sin duda es bobo por qué adiestró mejor estos tacones que mi vida. También los mandé a diseñar con plata. En menos de lo que espero llegamos al castillo... Las puertas son extravagantemente hermosas, captó la atención de una gran mayoría de personas por no decir todos. Llegamos a la puerta principal del castillo y siento escalofríos. — Si ellos son tus destinados se volverán locos cuando te quites el abrigo ¿Puede re considerarlo? — He dicho que no. — Esto será una burla para ellos. — Es lo que busco. Ingresamos juntas, mi seguridad se queda afuera a excepción de dos hombres, los de servicio me reconocen a la primera y me tratan de manera muy amable. — ¿La ayudamos con el abrigo? La pregunta pone tensa a Lucia, mientras yo sonrió. — Por favor — digo sonriente. Alguien quita mi vestido por la parte de atrás dejándolo caer en sus manos, conforme lo hace empiezo a captar miradas de los de servicio, lo quita por completo y creo se quedan boquiabiertos, sonrió y sigo mi camino hacia la entrada, Lucia dice algo por lo bajo Pero decido no oír, se adelante hasta estar a mi lado. — Esto es como declararle una guerra a los licántropos, por favor... Me giro hacia Lucia con seriedad. — Estamos por pasar la puerta grande, cientos de personas estarán ahí y tú vas a entrar con la cabeza en alto, completamente segura, sin culpa o arrepentimiento por que sigo siendo tu reina y tu no debes objetar en lo que haga cuando mi decisión está tomada — ella se pone firme aunque puedo ver esa expresión de culpa y suavizo mi tono — se que te preocupo pero hay ciertos limites que me gustaria que no los rebases. Luego de eso ella obedece, se pone a mi lado a dos pasos detrás de mi, se ve hermosa, miro al frente me pongo recta con el menton en alto y comienzo a caminar, completamente segura de mi, este vestido no lo podria usar cualquiera. Mi corazón comienza a acelerarse y aunque yo no tengo un lobo dentro de mi llorando por el amor de su destinado siento que esto me va a doler. Ellos son los hombres de mi vida, a excepción de Alden, que sigo sin entender por qué desconozco su vida amorosa pero se que el es la cabeza y si el me ve incorrecta para ellos buscará la forma de que me rechacen. Tengo el presentimiento de que ya saben lo que hice. Ingreso al salón donde se encuentran todos los invitados, todos los que estamos en la cima de esta pirámide, el aire cálido me golpea pero siento algo frío recorrer mi cuerpo, me empiezo a sentir ansiosa, algunos se percatan de mi presencia, no me detengo a reparar en ellos, solo camino haciendo aún lado mi cabello, media vez unos fijan su mirada en mi, hacen que otros lo hagan y veo la curiosidad, la siento. No soy un ser sobrenatural de grandes habilidades pero tengo un oído agudo y puedo oir ciertos murmullos. "Aún es joven ¿Que pueden esperar de alguien que creció sin madre?" El comentario casi me hace ver rojo pero me controlo. Por suerte hay buenos comentarios por parte de algunos... Por el rabillo del ojo logro captar una sombra que llama mi atención. ¿Malika? De manera disimulada giro un poco afirmando que es ella ¿Que puede hacer alguien de su nivel aquí? No es ser despectiva Pero solo estarían los más altos gobernantes, líderes y reyes y ella pertenece a uno de los más bajos, es más curiosidad e intriga lo que me hace preguntar esto. — Usted mira lo mismo que yo — afirma uno de los invitados. Alzo la mirada encontrándome con unos ojos rojos. Sonrió extendiendo mi mano, el la toma entre sus frías manos besando el dorso, sonrió sintiendo esa textura tan peculiar de ellos. — Un gusto verlo de nuevo. — Su majestad ¿Como se encuentra la reina de nuestro corazones? — es tan encantador que es difícil no sonreír. — Bien gracias ¿Y usted? — el se gira y su movimiento me hace caminar. — De maravilla pero podría no hablarme de usted. — Usted lo hace y es mucho mayor que yo, no me hace daño guardarle respeto — aclaro. Sigo cantando miradas y puedo ver qué el lo nota. — Tiene razón, pero creo existe la confianza. — Puede hacer la pregunta, no deja de ver mi atuendo. — ¿Es plata? Sonrió sintiendo con la cabeza, justo pasa alguien con copas con champagne y tomo una, bebo un pequeño trago, alguien con copas con sangre se acerca al rey de los vampiros que me mira con atención. Es un hombre extremadamente atractivo. — Lo es. — La mayoría de los que están acá son licántropos esto es como un grito de guerra Hera, todos te están viendo. Bebo otro trago. — Se lo que hago... Un camino de personas se comienza a abrir paso hacia nosotros y eso me pone nerviosa por dentro, veo a Lucia. Ella se adelanta unos pasos y justo ese camino queda expuesto, mi cuerpo parece reaccionar a algo, mi mirada sigue ese camino, unos zapatos completamente negros y relucientes a una distancia de más de diez o doce metros aparecen y me veo obligada a alzar la mirada puedo empezar a ver un increíble cuerpo masculino... Es musculoso, mi corazón empieza a taladrar en mi pecho, aprieto mi agarre en la copa, mi cuerpo está a nada de temblar mientras controlo las sensaciones que recorren mi cuerpo. Sin embargo lo que me atemoriza es algo más grande, no solo es el sino también el otro, quienes me miran con completa atención son Alden y Alaric Vorg...
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR