Hera Kade
— Iven… Iven… Sabes que no lo podemos hacer ahora, no hasta que me marquen…
Mi voz tiembla entre gemidos contenidos, débil, casi suplicante, mientras él ignora cada palabra que intento decir, como si no existieran, como si lo único que valiera en este momento fuera lo que su cuerpo exige del mío. Y mi cuerpo... maldita sea, mi cuerpo le responde antes de que yo misma pueda evitarlo.
Siento su boca devorarme el cuello con hambre, besos sucios que queman, que dejan marcas que mañana no podré ocultar. Sus labios bajan, se arrastran con desesperación por mi clavícula, por mis pechos aún cubiertos, y sus manos... esas manos fuertes, grandes, llenas de pecado, recorren mis costados, mi cintura, mi cadera como si buscaran memorizar cada rincón, como si yo fuera suya desde siempre.
M
