Iven Vorg No puedo ni siquiera moverme. El dolor me paraliza al ver en lo que han convertido a mi manada… todo está hecho escombros, destruido, reducido a cenizas y ruinas como si nunca hubiera existido. Es como si el corazón mismo de mi hogar hubiese sido arrancado sin piedad. — Me aseguraré de que Santiago sufra esto en carne propia — murmuro con una rabia contenida, los ojos aún fijos en el humo espeso y el color oscuro que cubre el horizonte como un velo de luto. Magnus se me acerca con un rostro serio, pero firme, intentando reconfortarme con sus palabras. — Rescatamos a la mayoría de los que faltaban. Algunos más se fueron por su cuenta, pero imaginamos que deben estar dirigiéndose a manadas vecinas. Los buscaremos… les daremos la ayuda y el apoyo que necesiten — me asegura con t

