HERA KADE El humo se alza como una serpiente negra enroscándose sobre un cielo grisáceo, y la sangre aún caliente pinta el suelo con la violencia de lo que quedó atrás. Estoy parada sobre la colina que da vista al corazón de la manada, con los labios apretados y el alma hecha un nudo. Lo que antes era un refugio de poder ahora huele a ceniza, a muerte... a derrota. No mía, pero sí nuestra. Los alfas están dispersos, cada uno lidiando con la catástrofe a su manera. Iven grita órdenes mientras carga con dos niños heridos. Alden vigila en silencio desde una torre, su expresión más rígida de lo normal. Jareth lanza amenazas al viento, buscando un enemigo que ya se desvaneció. Magnus intenta consolar a los sobrevivientes... y Alaric, por supuesto, está furioso. Aterrador. —Tuvieron que pasa

